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La revolución del impuesto plano |
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| Mientras más complicado es el sistema tributario de un país, más fácil es que le Gobierno lo complique aún más, en un proceso de locura gradual, hasta que esta última llega a su límite y un espasmo radical de simplificación surge en el país. En 2005, varios de los países más ricos del mundo han llegado a este punto.
En Estados Unidos, que simplificó sus leyes en 1986, pero que no se ocupó de ellas en las siguientes dos décadas, podría tener lugar una nueva catarsis fiscal. Incluso otros países ricos, con un nivel de tolerancia mayor que la de Estados Unidos, sufrirán reformas tributarias próximamente. Es preciso elevar las ganancias, cierto. Pero, ¿no existe una alternativa realista a los códigos tributarios que derrochan los recursos y acaban con el humor de los contribuyentes?
La respuesta es positiva. El experimento comenzó en 1994, cuando Estonia se convirtió en el primer país europeo en implementar el “impuesto plano”, calculado sobre la base de los ingresos personales o corporativos. Todo el mundo debe pagar 26% de sus ingresos, sin deducciones de ninguna especie. La economía ha florecido.
Otros países han seguido el ejemplo: primero, Letonia y Lituania, los vecinos bálticos de Estonia; luego, Rusia, con una tasa fija de 13%; Eslovaquia, 19%. Por otra parte, uno de los partidos de centro derecha de Polonia está propugnando por medidas similares. Hasta los momentos, ocho países han seguido el ejemplo de Estonia. Esta idea, que por décadas había sido considerada imposible de implementar, ha resultado absolutamente beneficiosa.
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Este es el resumen del artículo "La revolución del impuesto plano" publicado en Abril 16, 2005 en la revista The Economist.
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