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Mercado tragahúmos |
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| América Latina tiene una oportunidad de oro para sacar ventaja en el creciente mercado de bonos de carbono, pero sólo Brasil y Chile lo aprovechan.
En noviembre pasado, Marambaia y Adrianopolis, dos basurales de Nova Iguaçu, en las afueras de Rio de Janeiro, marcaron un hito global. Un proyecto para transformar en energía el gas metano producido en esos rellenos sanitarios se convirtió en el primero aprobado bajo el mecanismo de desarrollo limpio (CDM, por sus siglas en inglés) del Protocolo de Kyoto. El proyecto, llamado NovaGerar, es un joint venture entre EcoSecurities Brasil, una consultora especializada, y la constructora SA Paulista. Entre 2005 y 2012, NovaGerar venderá el equivalente a 2,5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2, gas de invernadero establecido como referencia para este tipo de transacciones) por un valor de US$ 11 millones.
Para muchos, negociar derechos de contaminación suena a mezclar el sucio Don Dinero y la codicia empresarial en un tráfico tóxico. Pero en una visión menos caricaturesca, la compraventa de cupos de emisión de gases de invernadero es una solución parcial, aunque pragmática y funcional, al calentamiento global. Y en este naciente negocio, las empresas latinoamericanas tienen una buena oportunidad. "Es un mercado que creemos va a seguir creciendo", dice Donald Wharton, director de desarrollo sustentable de TransAlta, una generadora eléctrica canadiense muy activa en las transacciones de carbono y que ya ha puesto su chequera en América Latina. En 2004 suscribió un acuerdo con Agrosuper, el principal exportador de carnes de Chile, para adquirir el equivalente a 1,7 millón de toneladas de CO2 hasta 2012. Wharton se reservó el monto de la operación, pero se estima que alcanzaría a US$ 9 millones. La japonesa Tokio Electric Power también compró créditos de emisiones de carbono de Agrosuper, que hace unos años inició un proyecto para captar y procesar el gas metano producido por los purines, líquidos formados por la orina y las emisiones del estiércol de los cerdos que cría al sur de Santiago.
El mercado global de bonos de carbono es incipiente. Surgido a la sombra del Protocolo de Kyoto, el acuerdo internacional que establece metas para reducir antes de 2012 las emisiones de gases de invernadero a los niveles de 1990, tomó nuevo impulso tras la puesta en marcha este año del mecanismo de negociación de emisiones de la Unión Europea. "Toma fuerza y abre grandes posibilidades para los latinoamericanos", dice Eduardo Dopazo, gerente de relaciones del fondo español de carbón, administrado por el BM.
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Este es el resumen del artículo "Mercado tragahúmos" publicado en Junio 15, 2005 en la revista América Economía.
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