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Las armas y el hombre |
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| Shaun Liebenberg acaba de asumir una dura tarea. Tras dirigir Grintek, una compañía de defensa surafricana, Liebenberg ha tomado las riendas de Denel, la fábrica de armamento del estado surafricano. La industria bélica floreció durante el apartheid, cuando las sanciones obligaban al Gobierno a proveerse por sí mismo de sus necesidades militares. Pero, ¿todavía tiene sentido auspiciar este campeón local?
Denel está al borde de la bancarrota. El año pasado produjo 4,4 mil millones de rand (US$ 660 millones), pero generó pérdidas de casi 380 millones de rand. Alec Erwin, ministro de empresas públicas, señala que Denel impulsa la economía del país a pesar de que este recibe constantes peticiones de mantener la paz en todo el continente.
El Gobierno pretende que Denel se mantenga por sí misma, pero que continúe siendo pública. Esto es parte de todo un plan diseñado para convertir las empresas propiedad del estado en “focos de crecimiento y desarrollo”.
Denel apenas se ha logrado adaptar al final de la guerra fría y al arribo de la democracia. El dinero que el Gobierno invertía en investigaciones y desarrollos militares es hoy en día prácticamente inexistente. Casi 60% de las ganancias de Denel provienen de exportaciones. Sin embargo, aún debe encontrar el modo de volverse rentable. Denel ha creado equipos muy costosos pero muy impresionantes; sin embargo, aún no ha logrado vender lo suficiente para mejorar su situación.
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Este es el resumen del artículo "Las armas y el hombre" publicado en Junio 18, 2005 en la revista The Economist.
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