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La guerra y la economía |
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| Es imposible predecir cuán larga será la guerra con Irak, cuán costosa o difícil será la recontrucción de ese país o cuánta actividad en contra del terrorismo será necesaria de ahora en adelante. La incertidumbre también caracterizará a la economía. Incluyendo los fondos extras de US$ 63 mil millones que el Presidente Bush solicitó recientemente, los gastos de defensa cerrarían en casi US$ 450 mil millones para el año fiscal del 2003, lo que se traduce en 4,1% del PIB de este año.
Tales cifras pronostican una fuerte recesión para los Estados Unidos. Pero el comodín es el precio del petróleo, con los campos iraquíes bajo el control norteamericano, las consideraciones desfavorables lucen algo remotas. La inflación, que podría ser una preocupación, ha sido resguardada desde el auge de inversiones y productividad que empezó en la década de los 90 y ostenta en la actualidad sólo un 1,5%. De hecho la amenaza real sería precisamente ese cambio drástico en el crecimiento durante esos años, que tendría que soportar artificialmente los obstáculos actuales. El crecimiento de La Nueva Economía depende de la innovación y la globalización, las que podrían también ser afectadas ampliamente por la guerra y sus secuelas. Si las condiciones se tornan peores, el promedio de crecimiento de la productividad de los últimos cinco años podría agotarse. Eso realmente debilitaría la economía americana y el crecimiento global también.
En cuanto a la innovación, el motor que realmente movió la economía, el proceso no se adelanta si las amenazas de inseguridad, terrorismo e incertidumbre coartan el flujo normal de las ideas. Igual sucede con los intercambios comerciales, las relaciones entre países y la apertura a mercados globales. Los resultados de la guerra en Irak serán muchos y caros. El país deberá ser reconstruido y siguiendo la doctrina de Estados Unidos, no será el último lugar donde este país lleve a cabo una acción militar. Incluso si se trata de un corto período se necesitarán recursos hasta para mantener las tropas en el territorio ocupado.
Por otra parte en suelo norteamericano el incremento en la seguridad tras los atentados podría significar la aparición de más puestos de trabajo en el área (en la actualidad se tiene un 2% de este sector como parte de la fuerza laboral). Así el gasto en seguridad y defensa, combinado con recortes tributarios y otros estímulos fiscales podrían situar las cifras del crecimiento en 4% para el segundo semestre del año. En síntesis, los economistas no saben a ciencia cierta lo que hace crecer a la productividad en algunos períodos y en otros no. Lo que sí se sabe es que la época dorada de los 90 estuvo rodeada de una paz global y un papel más anónimo del gobierno en la economía. La guerra en Irak, el compromiso de la reedificación y el aumento de la tensión global, son señales del final de una era fértil.
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Este es el resumen del artículo "La guerra y la economía" publicado en Abril 14, 2003 en la revista Business Week.
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