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Ayudando a África a ayudarse | 
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| ¿Es posible que la batalla contra la pobreza global sea ganada en los campo de golf escoceses? Esa es la esperanza de los líderes del mundo rico, que se reunirán en Gleneagles la próxima semana. Los 10.000 funcionarios de policía apostados en el lugar son señal de que se espera problemas. Pero aun cuando los protestantes se mantengan detrás de las barricadas, los presidentes y primeros ministros que representan a los países del G8 sienten desde hace meses la presión de una campaña llamada “hagan que la pobreza sea historia”.
Se espera que estos países se decidan a ayudar a África. De hecho, Tony Blair, anfitrión de la cumbre del G8, ha puesto el continente de primero en su agenda.
Pero ninguno de los recientes esfuerzos de erradicación de la pobreza ha dependido de la caridad extranjera. El cauto interés de China por el mercado desde 1978; el gesto de la India por la actividad empresarial desde 1982; las reformas doi moi del Vietnam en 1986; todas estas fueron reformas nacidas en sus propios países. Dichas reformas hicieron más ricos a estos países mediante la producción de dinero, no el préstamo del mismo.
Algunos dicen que este tipo de ayuda es inútil. Otros dicen que peor aun. A los economistas les preocupa que esto impulse las exportaciones mediante, por ejemplo, elevando el precio de la mano de obra calificada. Además, la ayuda hará que los Gobiernos dependan más de sus prestamistas en el mundo rico, que de sus contribuyentes. Por cada dólar de ayuda que reciben, los Gobiernos recaudan US$ 0,28 menos en impuestos.
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Este es el resumen del artículo "Ayudando a África a ayudarse" publicado en Julio 07, 2005 en la revista The Economist.
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