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Gerencia de lo imposible |
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| El béisbol es el único negocio en Estados Unidos que está exento de la Ley Antimonopolio, pero no de otras reglamentaciones. Cada equipo enfrenta los mismos retos que otros negocios: la necesidad de reclutar y entrenar personal calificado, desarrollar estrategias diferenciadas, instalar una cultura corporativa y manejar presupuesto.
Esto es más que conocido por Omar Minaya, manager de los Expos de Montreal, organización que heredó con pocos recursos y ninguna esperanza. El año anterior, el equipo había perdido su contrato de TV, estaba a punto de ser borrado de la cartelera de juegos y contaba sólo con seis empleados. En consecuencia, Minaya se dedicó a la contratación de 100 personas y de 20 jugadores de primera línea, y a recuperar el nombre del equipo. Así convirtió este reto en un caso de estudio que superó la adversidad comercial.
En su carrera ligada a la gerencia de este deporte, Minaya había esperado por una oportunidad como la que llegaba con los Expos. Ya antes había intentado lograr una posición de altura en algunos equipos, pero estaba signado por la crítica que en algún momento hiciera un reportero al decir que tenía grandes habilidades como evaluador de talentos, pero carecía de experiencia administrativa. Al asumir la dirección del tambaleante equipo, se vio envuelto en miles de responsabilidades y ninguna ayuda, sintió la presión de las cadenas de noticias que esperarían su derrota para hacerla pública.
En ese momento reconoció que aquel comentario podría tener cierta base, por lo que acudió a Tony Siegle, el maestro de la gerencia beisbolística, admitiendo que éste era todo lo que él no era y lo necesitaba como segundo a bordo. Después de un trabajo en conjunto, en la apertura de la temporada Minaya sintió que era su momento, la oportunidad de acrecentar su liderazgo, construir la cultura del éxito y auto confianza en una organización que había perdido toda esperanza. Además representó a una minoría, fue el primer hispano en ser gerente general de un equipo de béisbol.
Los amantes del béisbol siempre han visto a este deporte como algo especial, como una metáfora de vida. Minaya es parte de la tradición y está consciente de ello, como un CEO responsable socialmente, considera que sus obligaciones van más allá de los nueve innings. Él colabora en una fundación sin fines de lucro iniciada por uno de sus colegas que provee recursos para micro empresarias dominicanas.
La temporada del 2002 terminó y los Expos se desempeñaron bien, pensando que el equipo retornaría en el 2003. Y las Grandes Ligas se comprometieron a mantener el equipo activo. Pero para ese entonces Selig advirtió que se necesitaba un ajuste monetario, un recorte en la nómina. Minaya había hecho su trabajo, pero los otros 29 dueños no querían subsidiar al equipo rival potencial (uno de los peligros de tener como dueños a la competencia). Nuevamente Minaya tuvo que tomar una decisión en pro de mantener la organización, la cual consistió en el dejar libre al pitcher, Bartolo Colon, quien había sido su mejor adquisición. Después de algunos otros trámites, este gerente logró recortar presupuesto.
Así como la nueva temporada empezó, también la incertidumbre de Minaya. Nada indica que podrá mantenerse en su posición. Y no es una situación diferente a la de cualquier CEO, excepto porque está forzado a competir con los mejores: los Bravos, los Mets y los Phillies. Nadie sabe dónde estarán los Expos en el 2004, nadie sabe quien será el nuevo dueño, pero en su puerta todavía está el cartel que dice “gerente general” y debajo su nombre “Omar Minaya”.
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Este es el resumen del artículo "Gerencia de lo imposible" publicado en Abril 2003 en la revista Inc.
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