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Estado de vigilancia | 
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| Junto a las vidas que cobraron los recientes ataques terroristas en Londres, desapareció la ilusión de que las tecnologías de vigilancia de hoy en día podían salvarnos de los malhechores. Gran Bretaña cuenta con 4 millones de cámaras cuidando las calles, parques y edificios gubernamentales: más que cualquier otro país. Gracias a dichas cámaras fue posible identificar a los presuntos artífices de los ataques, pero sólo tras las explosiones. Además, cada avance en lo que a protección se refiere implicará una merma de la privacidad del ciudadano común. Sin embargo, hasta los momentos, parece que el público está dispuesto a perder su libertad en este sentido; por tanto, los científicos ya están trabajando para mejorar los sistemas de vigilancia.
Los laboratorios de seguridad están buscando dispositivos que puedan identificar y rastrear cualquier persona en cualquier lugar, y hacer que suenen las alarmas ante la presencia de objetos peligrosos o componentes químicos. Muchas de estas ideas parecen proceder de los libros de ciencia ficción: una nariz artificial en las puertas y pasillos, que olfatea restos de explosivos en el cabello de alguien; sensores mínimos detectan un microbio mortal y envían una señal de alarma; cámaras inteligentes que reconocen personas a la distancia por su modo de caminar o la forma de sus orejas.
Todos estos proyectos están en desarrollo desde el Once de Septiembre. Gracias a la demanda normal, las tecnologías necesarias están bajando de precio, lo que ha acelerado el desarrollo de las investigaciones: los teléfonos con cámara, las minicámaras e, incluso, las fotos satelitales son ya un lugar común. Los sensores biológicos están presentes en los hogares en forma de pruebas de VIH, embarazo y diabetes; y pronto habrá pruebas de ADN. Asimismo, ya existen las etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID), que se utilizan en las tiendas para reponer los inventarios.
Todos estos desarrollos anuncian la llegada de una “sociedad de la vigilancia” que ni George Orwell se imaginaba: cada avance traerá beneficios e intrusiones. Por ejemplo, las pruebas de ADN nos podrían protegen de armas biológicas, pero revelarán demasiado a las compañías aseguradoras. Pero, en todo caso, los ciudadanos comunes serán capaces de controlar los alrededores y evitar en alguna medida el flagelo del terrorismo.
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Este es el resumen del artículo "Estado de vigilancia" publicado en Agosto 08, 2005 en la revista Business Week.
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