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Viva la revolución | 
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| No importa a dónde se va en Cuba, en cualquier parte uno se topa sorpresivamente con una sociedad de emprendedores. Los negocios son modestos, tomando como referencia los estándares norteamericanos, pero parten de los mismos impulsos que en cualquier lugar del mundo: la capacidad de ver oportunidades donde otros ven problemas y la urgencia de crear algo de la nada.
Los pequeños negociantes de Cuba llegan con todo tipo de artículos al turista (particularmente norteamericano). Es irónico, ya que en su necesidad de proteger lo que queda de su revolución, Fidel Castro ha abierto las puertas al turismo, y a la vez ha puesto en marcha lo que podría ser otra revolución, la emprendedora. De hecho, el capitalismo está creciendo en Cuba, propulsado sin saberlo por los propios habitantes.
Algunos ejemplos: 1) los automóviles que datan de los años '50 o '60, cuyas partes o repuestos son elaborados en talleres en la isla en una carrera por mantenerlos funcionando 2) si se quiere una buena comida, la mejor opción son los restaurantes privados o paladares, hogares permisados por el gobierno donde se brinda el servicio y se paga en promedio US$ 20 por persona 3) los taxis de 3 ruedas impulsados por personas, que le llevan de paseo por US$ 4 la hora.
La diferencia entre los empresarios norteamericanos y los cubanos, es que para los primeros es una alternativa mientras que para los segundos es la única vía para tener un estándar decente de vida. Si se tiene un trabajo en Cuba, se obtiene un salario único entre 200 y 300 pesos, lo cual serían unos US$10 por mes, sin importar si se trata de un cirujano o de un obrero. La ciudad entera está en colapso, las tiendas de racionamiento parecen una comisaría del siglo XIX e incluso las tiendas que aceptan dólares tienen menos mercancía que cualquier tienda pequeña en los Estados Unidos.
No obstante el pueblo cubano parece aceptar su realidad desafortunada al punto que no culpan a Castro del embargo americano. Quienes reciben el dinero de sus parientes fuera del territorio pueden sobrevivir bastante bien, pero no son todos los 11 millones de cubanos. El gobierno parece además promover la iniciativa empresarial. En las fábricas de habanos, se estimula a los obreros con bonos en pesos o dólares según la producción, mecanismo que funciona.
Existen dos clases de empresarios en Cuba, quienes reportan su ingreso y quienes no lo hacen. En el segundo grupo se ubican los artistas quienes además de poseer galerías, pueden vender sus obras y exportarlas. Los propietarios de los paladares parecen también gozar de estos privilegios. Los empresarios más modestos tienen una situación diferente, reciben ganancias, pero como no son declaradas tienen más restricciones para gastarlas. Es por eso que todo el mundo en Cuba quiere dedicarse al negocio del turismo, los niños quieren ser meseros en un hotel antes de convertirse en doctores, abogados, ingenieros o maestros.
Fidel Castro y su hermano son hombres viejos ya. Cuando no existan, el poder pasará a una nación de hombres y mujeres que han crecido con la revolución y que han visto que la empresa privada funciona. Cuando eso pase, Cuba experimentará otro tipo de revolución, una explosión de actividad empresarial que transformará el país.
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Este es el resumen del artículo "Viva la revolución" publicado en Abril 2003 en la revista Inc.
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