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El socialismo o la muerte |
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| Latinoamérica vive hoy en un equilibrio insostenible entre buena economía y mala política. Por un lado, los altos precios de las materias primas y la fuerte demanda de importaciones por parte de EE.UU. y China impulsan el crecimiento económico, aunque la falta de una estrategia coherente de reforma signifique que el crecimiento no sobrevivirá a la caída cíclica inevitable. Por otra parte, el vertiginoso populismo, la corrupción, drogas y violencia de pandillas, liderazgo débil y arrebatos de anarquía desde Río Grande hasta Tierra del Fuego están socavando las instituciones políticas ya debilitadas. La depresión económica, cuando llegue, hará todo esto aún peor.
Éstos no son problemas que Estados Unidos tenga capacidad real de resolver por sí mismo, aunque la falta de liderazgo norteamericano es una queja habitual en muchas capitales regionales. Sin embargo, no se puede negar que el presidente Bush forzó al Congreso a aprobar un impopular acuerdo comercial centroamericano este verano.
Pero, ¿qué es lo que quiere Latinoamérica de Estados Unidos? La respuesta difiere en cada país. Los mexicanos quieren un súper acuerdo de migración, ser tratados como iguales por los estadounidenses, y que Estados Unidos ignore el notable aumento de la violencia proveniente de las drogas que podría transformarse en un riesgo potencial de seguridad. Los brasileños, por su parte, quieren aunar al resto de Sudamérica en torno a su propio liderazgo, en lugar de alrededor de un liderazgo estadounidense distraído, aún cuando el suyo carezca totalmente de una visión. Los argentinos quieren probar que su experimento con el radicalismo no tendrá consecuencias negativas. Los colombianos quieren un aliado militar. Los chilenos parecen querer simplemente ser dejados solos, mientras que la mayoría de los países pequeños de la región, o al menos sus líderes, simplemente quieren ayuda para sobrevivir sus tormentas políticas domésticas.
Esta confusión de propósitos actúa en contra de cualquier acercamiento cohesivo a los problemas que amenazan la estabilidad de la región a largo plazo. Pero todo esto está siendo hecho de manera mucho más tóxica por parte de Hugo Chávez. ¿Qué es lo que Chávez quiere? Él quiere la hostilidad norteamericana, para alimentar con ella la retórica de su revolución bolivariana. Chávez espera que Estados Unidos continúe siendo consumido por la crisis con Irak, lo que ayuda a sustentar los precios del petróleo altos y mantiene un sentimiento antinorteamericano casi en todas partes. Y tiene la intención de usar su creciente provisión de petrodólares para promover los gobiernos populistas de izquierda –y socavar otros–, cumpliendo con las fantasías revolucionarias de largo plazo de Castro.
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Este es el resumen del artículo "El socialismo o la muerte" publicado en Octubre 2005 en la revista América Economía.
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