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El capitán de Hugo Chávez |
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| “La obra de Bolívar tenía que regresar a casa”, dijo Wilmer Ruperti cuando, a fines de 2004, compró un par de pistolas en la casa de remate Christie’s por nada menos que US$ 1,6 millón. Las pistolas, diseñadas en Versalles por el célebre francés Nicolas-Noel Boutet en el siglo XIX, estaban labradas en oro. La rareza, a la que los expertos de Christie’s le habían asignado un valor cercano a los US$ 700.000, tenía mucho más valor para el venezolano. Fueron las armas que Simón Bolivar compró en París en 1805 y que utilizó durante las guerras de independencia latinoamericanas.
Y es que la repatriación de las armas de Bolívar es sólo una pequeña parte de la campaña que este empresario naviero ha realizado por fortalecer al gobierno de Chávez. De hecho, este vástago de italianos cuenta con nueve buques cargueros totalmente operativos que se han transformado en piezas fundamentales de los diferentes proyectos de integración energética del continente impulsados por el gobierno de Chávez con la creación de empresas como Petrosur y Petrocaribe. Además de ser un engranaje de la máquina chavista, Ruperti se transformó en el mejor representante de la nueva burguesía que ha crecido bajo la protección de la revolución bolivariana.
En eso tuvo gran importancia una jugada maestra que realizó durante el paro general de la industria petrolera que hizo tambalear al gobierno venezolano entre finales de 2002 y principios de 2003. Entonces, Ruperti puso a la orden del primer mandatario sus servicios navieros para reactivar el transporte de petróleo, detenido debido a que las naves de PDV Marina, la filial naviera de Pdvsa, quedaron fondeadas durante varias semanas, afectando las exportaciones del petróleo venezolano hacia el resto del mundo y, sobre todo, el suministro de gasolina hacia la isla de Cuba.
La heroica acción de Ruperti se tradujo, de hecho, en una condecoración que recibió de las propias manos del líder venezolano. Aquella decisión no sólo fue considerada por muchos como la estocada final que aniquiló ese fallido intento de sacar a Chávez del poder, sino que también le abrió a Ruperti las puertas de la nueva Pdvsa para hacerse de los negocios que varias operadoras internacionales perdieron por un supuesto respaldo a los grupos opositores. Nada mal para Ruperti, quien ingresó al negocio naviero en 1987 como capitán de tanqueros en Maraven, la extinta filial de Pdvsa.
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Este es el resumen del artículo "El capitán de Hugo Chávez" publicado en Noviembre 15, 2005 en la revista América Economía.
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