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Educación Fórmula 1 |
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| Cuando un ejecutivo es contratado, demora un tiempo antes de sentirse como en casa. Pero el tiempo real que toma la formación de este ejecutivo hasta que puede llegar a ese cargo específico es muy anterior al momento en que atraviesa la puerta de la compañía y se incorpora a las nuevas rutinas de su puesto. Saque la cuenta: si se trata de un gerente de alto nivel, el sujeto pasó al menos unos siete años en la universidad –incluyendo dos años de maestría–, a los que debe sumar los años de experiencia en otras firmas y los cursos de capacitación realizados.
Ahora ¿cuánto puede esperar realmente una empresa para disponer de talento en su mayor grado de madurez? En teoría, y especialmente en las industrias hipercompetitivas, este tiempo se ha ido reduciendo considerablemente. La pregunta de fuego que están enfrentando las universidades es si realmente están en condiciones de ir a la velocidad que hoy demanda el mercado.
Adecuarse a la velocidad que demandan las compañías más competitivas del mundo no es un truco fácil para ninguna escuela de negocios del mundo. A medida que la educación de negocios –incluyendo los MBA, otras maestrías y también la Educación Ejecutiva– se ha ido profundizando como mercado, y el mercado y las empresas también le han ido ofreciendo soluciones eficientes a sus necesidades, han surgido dos tesis hasta ahora excluyentes de lo que debe ser el desarrollo del talento. Una, más bien académica y de largo plazo. La otra, con rasgos más cercanos al mundo real, enfocada en las necesidades más específicas de las empresas y de desarrollo permanente, pero con horizontes temporales más estrechos. De aquí se han derivado distintas respuestas y modelos de escuelas, que incluyen el mantenimiento del estatus de las facultades, la creación de nuevos institutos, o, incluso, su escisión y conversión en sociedades con fines de lucro.
En este contexto, son el mercado y las empresas los que están presionando a las universidades para potenciar sus negocios al máximo. Si antes lo razonable podía ser un año de adaptación a un trabajo, el estándar ha bajado a la cuarta parte de este tiempo: tres meses. Y esto es sólo respecto a los gerentes que están de llegada. La impaciencia empresarial se agrava de cara a los retos estratégicos que enfrentan las compañías, como reestructuraciones, fusiones, procesos de alineamiento estratégico y cambios culturales, por ejemplo, reenfocarse en procesos de constante innovación o en responsabilidad social.
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Este es el resumen del artículo "Educación Fórmula 1" publicado en Noviembre 15, 2005 en la revista América Economía.
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