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Pedaleando hacia el desastre |
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| Como castigo al empresariado que participó en una huelga de dos meses, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez prometió que no habría un solo dólar para los "golpistas". En consecuencia, instaló el control cambiario y limitó las importaciones a US$ 5.400 millones al año, en un país donde estas operaciones oscilan entre US$ 12.000 y US$ 17.000 millones. A este problema se suma la pérdida de valor del bolívar, el pánico de los inversionistas extranjeros y una contracción económica que según los pronósticos será el doble del 8% de 2002.
Para los comerciantes no existe alternativa ya que no hay un mercado paralelo legal y se depende del mercado negro o de los dólares oficiales. Mientras la economía avanza hacia una profunda recesión, el gobierno tendrá que evitar la tentación de imprimir dinero para pagar sus cuentas que significaría la hiperinflación. Muchos temen que debido al control estatal de precios, se obligue a los productores a renunciar y a los minoristas a dejar de vender.
Ya Venezuela tuvo dos experiencias no beneficiosas de control de cambio: una generó los sucesos de 1989, donde murieron cientos de ciudadanos, y otra en 1996, cuando el sistema bancario colapsó. Bajo este panorama es poco probable que los inversionistas extranjeros decidan correr los riesgos. Quizá los únicos beneficiarios de una economía controlada sean los fabricantes nacionales, que esperan que se reprima a los contrabandistas. Pero no es lo que indican los expertos, para quienes el cierre masivo de empresas es inminente.
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Este es el resumen del artículo "Pedaleando hacia el desastre" publicado en Mayo 2003 en la revista LatinTrade.
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