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Mito e inmigración |
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| Cada cierto tiempo, en Estados Unidos, un país constituido en buena medida por inmigrantes y sus descendientes, se abre el debate de por qué y cómo evitar que continúe entrando más gente. Algunos de los argumentos esgrimidos son sencillamente tontos. Los defensores de los inmigrantes señalan que los extranjeros realizan tareas que los estadounidenses rechazan, como si en las ciudades con menos inmigrantes no hubiera jardineros. Por otra parte, sus oponentes afirman que los inmigrantes les roban sus empleos a los estadounidenses, y caen en la falacia de que sólo hay disponible un número fijo de empleos.
Otro argumento muy común, aunque menos tonto, es que la inmigración hace que los salarios de los trabajadores estadounidenses disminuyan, sobre todo entre quienes carecen de estudios. No es difícil ver cuál es el razonamiento. Durante los últimos 25 años, los ingresos en Estados Unidos han sido distribuidos desigualmente: los salarios han aumentado muy lentamente para una economía tan sana y los salarios reales de quienes carecen de una buena formación han caído. Es posible que debamos culpar por esto, en parte, a los inmigrantes, porque suelen ser personas mal preparadas.
Sin embargo, la relación entre inmigración y salarios no está clara ni siquiera en la teoría. La razón de esto es que los salarios dependen tanto de la oferta de capital como de mano de obra. Aisladamente, un flujo de inmigrantes aumenta la oferta de mano de obra y reduce los salarios. Pero una mano de obra más barata incrementa las ganancias de los empleadores y, a la vez, la posibilidad de construir nuevas fábricas, es decir, de crear más demanda de trabajadores. Una vez que el capital se ha ajustado por completo, el impacto final sobre los salarios debería ser irrisorio, mientras los inmigrantes no hayan cambiado la productividad de la fuerza laboral en su totalidad.
Sin embargo, aun si los salarios no cambian en promedio, la inmigración puede cambiar la paga relativa de diferentes tipos de trabajadores. Un gran flujo de gente mal preparada podría hacer que los salarios relativos de los autóctonos cayeran, si asumimos que están compitiendo por los mismos empleos. Por otra parte, si los inmigrantes cuentan con una mejor preparación, los autóctonos saldrán mejor parados. Así pues, para entender el verdadero efecto de la inmigración en los salarios, es preciso saber qué tan rápido se ajusta el capital y en qué medida los inmigrantes substituyen a los autóctonos.
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Este es el resumen del artículo "Mito e inmigración" publicado en Abril 08, 2006 en la revista The Economist.
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