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La marca soy yo



Revista: The Economist
Tema: Desarrollo gerencial
Fecha: Agosto 12, 2006
“¿Cuál es la diferencia entre Dios y Larry Ellison?”, rezaba un viejo chiste en la industria de los programas informáticos. La respuesta: Dios no piensa que es Larry Ellison. Pero el director de Oracle no está solo entre los líderes corporativos que se quieren mucho a sí mismos. De hecho, antes de que la burbuja explotara, el culto al director ejecutivo constituía evidencia de que la firma estaba siendo dirigida por un conquistador heroico.

Claro está, Narciso terminó mal. Y, en los últimos tiempos, el culto al jefe es muy mal visto en el mundo de los negocios. Según Jim Collins, autor de De bueno a mejor, los ejecutivos verdaderamente exitosos no eran las estrellas autoproclamadas que salían en las portadas de Forbes y Fortune, sino los que permanecían recluidos y daban el ejemplo.

Por otra parte, la semana que viene será presentado un estudio titulado Todo tiene que ver conmigo, que profundiza sobre los efectos de los jefes narcisistas sobre las compañías. Los autores, Arijit Chatterjee y Donald Hambrick, de la Universidad de Pensilvania, examinaron los altos cargos de 105 compañías de la industria de computación. Para tal fin, crearon una escala de narcisismo, que incluye seis indicadores: el tamaño de la foto del jefe en el informe anual; la preeminencia del jefe en los comunicados de prensa de la compañía; la extensión de su reseña personal; la frecuencia con la que utiliza la primera persona en singular en las entrevistas; y la diferencia entre su sueldo y el del segundo de abordo.

Chatterjee y Hambrick descubrieron que los jefes narcisistas tienden a correr mayores riesgos en el uso de grandes recursos; llevan a cabo más fusiones y de mayor tamaño; y, sus resultados son más extremos (más ganancias o mayores pérdidas) y más volátiles que los de las firmas dirigidas por personas más humildes.




Este es el resumen del artículo "La marca soy yo" publicado en Agosto 12, 2006 en la revista The Economist.

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