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La economía descubre sus sentimientos



Revista: The Economist
Tema: Economía
Fecha: Diciembre 23, 2006
La economía no es una “ciencia feliz”, escribió Thomas Carlyle en 1849. Es más bien una “ciencia triste, desolada; una ciencia sombría”. Pero los economistas de su época siguieron la línea de Jeremy Bentham y sus filosofía utilitarista. Según Bentham, es posible calcular la felicidad, o utilidad, como la suma de las buenas sensaciones menos las malas sensaciones. Además, añadía Bentham, el fin último del ser humano es buscar placer y evitar el dolor. Incluso alguien ofreció en la época inventar el “hedonímetro”, una “máquina psicofísica” capaz de medir el ánimo de una persona tal y como un termómetro mide la temperatura.

Pero el hedonímetro jamás fue inventado y, durante un siglo o más, los economistas dejaron de lado estas ideas. Se dedicaron a estudiar el comportamiento externo en vez de los sentimientos internos. Se centraron en las elecciones hechas y no en los placeres. Pero recientemente, los economistas ha retomado la posibilidad de medir la utilidad a la manera de Bentham.

¿Cómo es esto posible? En general, sólo se le pregunta a la gente por su estado de ánimo. Daniel Kahneman, psicólogo de la Universidad de Princeton y ganador de Premio Nobel de economía en 2002, asegura que la gente no es tan misteriosa como suponen otros economistas. “La idea de que los estados de ánimo no pueden ser medidos porque son eventos privados es muy popular, pero es incorrecta”, señala Kahneman junto a sus colegas. En general, la gente puede decir cómo se siente en un momento dado.

Y si esto no le parece muy científico, los nuevos “hedonimetristas” pueden apelar a otras evidencias. Por ejemplo, es posible ver los ojos de las personas o, mejor aún, la actividad cerebral. La gente que confiesa estar feliz sonríe más que las demás. De hecho, sonríen no sólo con sus bocas sino además con sus ojos (dada una contracción de los músculos de los ojos). Además, el lado izquierdo del cerebro presenta un voltaje eléctrico más alto cuando la persona está feliz.




Este es el resumen del artículo "La economía descubre sus sentimientos" publicado en Diciembre 23, 2006 en la revista The Economist.

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