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Vamos, hagan un desastre |
Revista: IncTema: OrganizaciónFecha: Diciembre 2006 Autor(es): David H. Freedman |
| Casi todos los consejos que dan los gurús gerenciales sobre organizar nuestras vidas se caen por su propio peso. Pero estamos tan urgidos de organizar nuestras vidas, que aceptamos dichos consejos sin más. Puede parecer extraño acreditarle el éxito comercial a la desorganización. Pero lo que pasa es que esta ha tenido mala prensa. La mayoría de los estadounidenses se consideran desorganizados. De hecho, 88% considera que sus compañías no están bien organizadas o lo suficientemente organizadas. Sólo 7% cree que su compañía está demasiado organizada.
Pero, ¿el desorden es realmente tan terrible? El mundo de los negocios está parcializado por el orden y pasa por alto los beneficios de al menos un modesto nivel de desorden y desorganización. En contradicción con cien años de productividad personal y conocimientos gerenciales, ser desordenado puede ser muy beneficioso. Y esto es aplicable a todo los niveles (personal, organizacional, procesos laborales) y a todos los ámbitos (hogar, oficina, ciencia, arte y el resto de la sociedad).
Tomemos un simple ejemplo: un escritorio desordenado. Casi todos tenemos uno. Los investigadores que se han ocupado de este tema señalan que un escritorio desordenado refleja mejor la forma de trabajar de la gente y, por tanto, puede ser más productivo que un escritorio ordenado. Para mantener un escritorio ordenado, es necesario archivarlo o enviarlo todo a otro escritorio. Esto puede sonar muy eficiente, pero en realidad no lo es, porque toma tiempo que podríamos estar aprovechando en tomar decisiones o hablar con el cliente. En otras palabras, el orden tiene un costo que la gente tiende a ignorar. En cambio, con el escritorio desordenado terminamos con pilas de documentos ordenadas por orden de prioridad.
Lo que se aplica al escritorio se puede aplicar a todo el negocio. Y por una razón muy sencilla: cuando las cosas son mantenidas en su lugar “correcto” y en el momento “preciso”, se descartan otras cualidades útiles, como la improvisación, la adaptabilidad y los hallazgos afortunados. Y esto es cierto en el escritorio, en un cuadro organizacional, con las políticas corporativas, el diseño o el servicio a los clientes. Además, ser ordenados supone dedicarle demasiado tiempo al orden.
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Este es el resumen del artículo "Vamos, hagan un desastre" publicado en Diciembre 2006 en la revista Inc.
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