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Dulce venganza |
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| Pregúntele a un CEO qué es lo que lo impulsa y este le hablará de éxito, satisfacción personal, algunos incluso hablarán de dinero y poder. Pero casi ninguno le hablará de venganza. “Así como no se habla de lujuria en la oficina, nadie considera que la venganza sea lo que impulsa a los ejecutivos. Pero está claro que a veces es un factor importante en este sentido”, señala el psicólogo Kenneth N. Siegel.
Es delicioso poder vengarnos de alguien que nos hizo daño. Saborear el bálsamo de la revancha no supone una búsqueda activa; este puede ser un simple subproducto del éxito. “Solemos pensar que si la otra persona es tan venenosa como creemos, hasta saber de nuestro éxito le hará daño”, asegura Jeffrey A. Sonnenfeld, decano asociado de la Escuela de Gerencia de Yale.
La venganza es la respuesta a una supuesta injusticia o a lo que los psicólogos llaman “herida narcisística”, mejor conocida por todos como “ego herido”. Esta reacción suelen ser vigorosa en los emprendedores o en miembros de la comunidad comercial, cuyas identidades están íntimamente relacionadas con el negocio. “Para un fundador, cuya identidad está envuelta en su compañía, la venganza no tiene fin”, afirma Kenneth Eisold, un psicoanalista de Nueva York.
Pero las renuncias o despidos muy sonados no son las únicas circunstancias en las que se puede desatar la sed de venganza del agraviado. La venganza juega un importante papel, por ejemplo, entre colegas que se roban ideas entre sí o entre gerentes que compiten por un cargo más alto.
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Este es el resumen del artículo "Dulce venganza" publicado en Enero 22, 2007 en la revista Business Week.
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