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Excelencia en una taza | 
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| Hace un mes, en un salón de la Universidad Federal de Viçosa, en Brasil, lo único que se escuchaba era un poco elegante coro de gente sorbiendo. Veinticuatro jueces con delantales negros estaban utilizando sus cucharas en la Copa de la Excelencia, buscando el mejor café del país.
“Mi objetivo es diferenciar el café”, señala Susie Spindler, que comenzó la competencia en 1999 y ahora la lleva a cabo en siete países latinoamericanos. La competencia está abierta a cualquier productor en cada país; se cata y califica completamente ciego; y los granos ganadores son vendidos internacionalmente en una subasta. Al concentrarse en la calidad y la transparencia, Spindler ha descubierto algunos de los mejores granos de café del mundo. Además, ha conectado a los mejores productores con compradores dispuestos a pagar por la calidad.
El café es una importante fuente económica para varios países. Las exportaciones globales llegaron a US$ 9 mil millones en 2006, lo que significa el sustento de 25 millones de familias. Pero mientras que el comercio de café es rentable para importadores y tostadores, no ha logrado estimular las economías en desarrollo.
Compañías como Starbucks, entre otras, les han presentado a los bebedores de café nuevos tipos de esta bebida diferenciados por su origen y tipo. Pequeñas compañías como Stumptown, de Portland, Oregon, están llevando este enfoque aún más allá, tomando conceptos propios del mundo vitivinícola, y haciendo énfasis en la calidad. “Es otro mundo”, señala Joel Pollock, presidente de Stumptown y juez en Viçosa.
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Este es el resumen del artículo "Excelencia en una taza" publicado en Enero 27, 2007 en la revista The Economist.
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