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Uno para vigilar |
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| El nuevo Roewe 750 saloon, que sale a la venta en China este mes, puede parecer un ejemplo de por qué los grandes fabricantes de automóviles del mundo no le tienen miedo a sus rivales chinos. Como otros vehículos fabricados en China, el Roewe 750 es una copia del Rover 75, el último modelo que lanzó la extinta MG Rover. Esto inspira poca confianza. Y dada la mala reputación de los automóviles chinos, que suelen ser baratos y poco confiables, no es de sorprender que este nuevo vehículo pase sin pena ni gloria.
Pero el Roewe, lanzado por SAIC (un fabricante estatal que se ha unido a General Motors y Volkswagen para hacer versiones chinas de sus automóviles) no es tan barato como pareciera. A diferencia de otras firmas chinas, SAIC no “tomo” tecnología prestada. La compró o la desarrolló por sí misma.
Para gerenciar la producción, SAIC contrató a Phil Murtaugh, ex director de operaciones de General Motors en China. Murtaugh ha sido capaz de reunir a los 5.000 ingenieros que trabajan con los proveedores de GM y VW junto a SAIC. Esto quiere decir que SAIC ya ha entablado fuertes relaciones con vendedores de automóviles en toda China.
SAIC tiene la capacidad de fabricar 50.000 automóviles al año, pero inicialmente no hay objetivos ni planes de exportación. Se está haciendo énfasis en hacer bien el producto y en asegurarse de que los clientes locales estén satisfechos, un concepto que sus rivales chinos desconocen. Los automóviles chinos tienen una mala reputación, pero el Roewe podría cambiar esta situación.
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Este es el resumen del artículo "Uno para vigilar" publicado en Febrero 24, 2007 en la revista The Economist.
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