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El regreso del idiota | 
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| Durante todo el siglo XX, los líderes populistas de Latinoamérica ondearon banderas marxistas, denostaron contra el imperialismo extranjero y prometieron sacar a sus pueblos de la pobreza. Pero, una tras otra, sus políticas ideológicas resultaron ser miopes. Sus fracasos conllevaron a la desaparición temporal del “hombre fuerte”. Pero, ahora, una nueva generación de revolucionarios está tratando de revivir los métodos de sus predecesores.
Hace diez años, el escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, el escritor cubano Carlos Alberto Montaner y yo escribimos la Guía del Perfecto Idiota Latinoamericano, un libro en el que se criticaba a los líderes políticos que continuaban aferrándose a ciertos mitos políticos a pesar de que todas las evidencias estaban en contra. El “idiota”, sugeríamos, era en parte responsable por el subdesarrollo de Latinoamérica. Sus creencias (revolución, nacionalismo económico, odio por Estados Unidos, fe en el gobierno como agente de justicia social, etc.) derivaban, en nuestra opinión, de un complejo de inferioridad. A finales de los años noventa, parecía que el idiota estaba finalmente desapareciendo. Pero su retiro duro poco. Hoy en día, ha vuelto y está aplicando las políticas que ya fracasaron en el pasado, con el apoyo de los intelectuales del primer mundo.
Esto último no tiene nada de original. Los intelectuales del primer mundo siempre han proyectado sus utopías en América Latina. Hacia los años sesenta y setenta, cuando Latinoamérica era presa de las organizaciones terroristas marxistas, estos grupos violentos gozaron de gran apoyo por parte de Europa y Estados Unidos, entre gente que nunca hubiera aceptado un totalitarismo castrista en su país. El regreso del idiota latinoamericano ha traído de nuevo consigo a su contraparte: el idiota estadounidense y el idiota europeo. De nuevo, importantes académicos y escritores proyectan en Latinoamérica su idealismo, mala conciencia y quejas ante sus sociedades. Harold Pinter, dramaturgo ingles y ganador del Premio Nobel; José Saramago, escritor portugués; Joseph Stiglitz, economista estadounidense; Noam Chomsky, lingüista; periodistas europeos como Ignacio Ramonet, entre muchos otros, están santificando de nuevo al idiota latinoamericano.
Pero, ¿tiene alguna importancia que los intelectuales estadounidenses y europeos sacien su sed de exotismo promoviendo al idiota latinoamericano? La respuesta inequívoca es sí. Actualmente, hay una lucha en Latinoamérica entre quienes quieren que la región asuma su puesto dentro de la cultura Occidental, a la que ha estado unida durante cinco siglos, y los que no pueden soportar esta idea y se resisten a la misma. A pesar de cierto progreso en los últimos años, esta tensión está estancando el desarrollo de Latinoamérica en comparación con otras regiones (como Asia del Este, la Península Ibérica o Europa Central) que no hace mucho eran ejemplo de atraso. Esto explica por qué 45% de la población de Latinoamérica es pobre tras un cuarto de siglo de democracia. Y esto no cambiará hasta que el idiota latinoamericano no desaparezca. Aunque esto será difícil dado el apoyo de tantos espíritus condescendientes en el mundo desarrollado.
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Este es el resumen del artículo "El regreso del idiota" publicado en May/Jun 2007 en la revista Foreign Policy.
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