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Ojo con el detalle |
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| Aunque la deuda ecuatoriana (US$ 10.132 millones, según datos de noviembre) representa sólo una décima parte de los compromisos que tenía Argentina cuando el gobierno declaró el default en diciembre de 2001, Rafael Correa, presidente ecuatoriano, quiere repetir algunos de los logros de la administración de Néstor Kirchner. Con una dura negociación con los bonistas como telón de fondo, Argentina logró reducir el tamaño de la deuda, estirar los plazos y reducir las tasas de interés. Además, hoy el 47% de la deuda argentina está emitida en pesos, frente a sólo el 3% que estaba en moneda local a fines de 2001.
A contramano de la dureza esgrimida con los bonistas, el gobierno de Kirchner declaró tácitamente como acreedor privilegiado al Fondo Monetario Internacional (FMI), al que decidió abonarle en su totalidad –sin ninguna reducción– y en forma anticipada los US$ 9.500 millones de la deuda con el organismo. Lo cierto es que, mediante bajas y pagos anticipados, la deuda pública argentina pasó de representar el 121,7% del PIB a fines de 2004 a 61,8% en 2006. En ese espejo pretende mirarse Correa. Pero, más allá de los números, el presidente ecuatoriano debería tomar nota de la letra chica de esta reestructuración, que levanta polémica.
Lo más controvertido está relacionado con la emisión de los bonos atados al PIB. Fueron emitidos como un estímulo adicional en la propuesta de canje de bonos lanzada por Argentina para incrementar la adhesión del número de bonistas. Representaba, ni más ni menos, el compromiso del gobierno argentino de pagar una suma adicional si el PIB crecía a una tasa más elevada que la proyectada para todos los años de vigencia de los otros bonos incluidos en el canje (Par, Descuento y Cuasi par). Hoy, más de dos años después de cerrado el canje, para algunos economistas aquella frutilla sobre el pastel podría representar un dolor de cabeza para el horizonte financiero del país.
¿Las razones? En primer lugar, la tabla de crecimiento del PIB establecida por el gobierno hasta 2035, el año del vencimiento de los bonos del canje, muestra una hipótesis demasiado conservadora. Para el año pasado, por ejemplo, la hipótesis de crecimiento del PIB era del 3,5%, pero el salto real fue de 8,5%. Conclusión: Argentina pagará a fines de este año unos US$ 1.300 millones por el mayor crecimiento registrado en 2006. Los defensores de la emisión del cupón esgrimen que nadie pensaba que Argentina iba a presentar estos niveles de crecimiento y que, en definitiva, los mayores pagos van en función de una economía que se expande.
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Este es el resumen del artículo "Ojo con el detalle" publicado en Mayo 2007 en la revista América Economía.
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