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Unas se ganan, otras se pierden |
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| Para ilustrar la montaña rusa en la que están montadas las compañías petroleras Occidentales en su intento de explotar hidrocarburos extranjeros, no hace falta más que ver a BP. El 29 de mayo, el gigante petrolero anunció que regresaría a Libia tras 30 años de ausencia. Muammar Qaddafi, presidente libio y quien ordenó la expropiación de las operaciones de BP en 1974, le ha permitido regresar a la compañía para explotar el gas. Al mismo tiempo, otro país en el que opera BP está reconsiderando los convenios de explotación. A principios de esta semana, una corte rusa dictaminó que no tenía la autoridad para revisar la licencia de BP. Y esto abrió el camino para que el gobierno ruso debatiera el primero de junio si le revocaría la licencia a BP o no.
Según Tony Hayward, jefe de BP, el negocio en Libia constituye nuestra mayor inversión en exploración. La firma gastará al menos US$ 900 millones, y quizá tanto como US$ 1,2 mil millones buscando gas. Si lo encuentra, es posible que gaste hasta US$ 800 millones en evaluaciones y varios miles de millones en desarrollos. Sin embargo, aún cuando este negocio sea exitoso, BP no obtendrá mucho dinero. La compañía petrolera estatal de Libia recibirá cerca de 78% del gas obtenido. Otro socio local también recibirá una parte. Así que BP se quedará con tan sólo 19%.
En cambio, todo el mundo consideró que BP había corrido con mucha suerte cuando ganó acceso en 2003 a una de las mayores reservas de petróleo y gas del país, mediante la creación de TNK-BP, de la cual posee la mitad. El mismo Vladimir Putin presidió la firma del acuerdo. TNK-BP cuenta más o menos con un cuarto de la producción petrolera de BP, aunque produce sólo un décimo de las ganancias.
Pero Putin no parece muy contento con las inversiones extranjeras en el sector petrolero. El año pasado, la Royal Dutch Shell y sus socios aceptaron, bajo amenaza, vender a Gazprom, la firma petrolera estatal rusa, una parte mayoritaria de un proyecto petrolero llamado Sakhalin II. Además, Gazprom, que tiene el monopolio de las exportaciones de gas, se rehusó a construir un gasoducto para que TNK-BP pudiera enviar gas a China. Dado que no hay más clientes que la población local, el consorcio no ha producido tanto gas como lo estipulaba su licencia. Y esto ha servido de excusa para que los inspectores rusos consideren atacar repentinamente. Es muy posible que el gobierno ordene la confiscación del campo el primero de junio.
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Este es el resumen del artículo "Unas se ganan, otras se pierden" publicado en Junio 2, 2007 en la revista The Economist.
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