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El precio de la virtud | 
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| Reciclar suele ser muy complejo; papel pero no cartón, plástico o no plástico, etc. La basura es descartada según instrucciones precisas, que no se sabe si tienen algún sentido. De hecho, mucha gente sospecha que la basura clasificada para ser reciclada termina en cualquier relleno sanitario. Esto es una lástima porque desalienta una costumbre muy útil.
No debemos dar por sentado que reciclar es más eficiente que botar las cosas. De hecho, no lo es si se comparan los costos. Sin embargo, hay buenas razones para pensar que tiene sentido reciclar. Según un estudio de la Universidad Técnica de Dinamarca, más de 80% de las veces es mejor reciclar la basura que botarla sin más.
Así que, ¿cómo hacer que la gente recicle más? El primer paso es implementar nuevas tecnologías que permitan clasificar la basura sin que la gente lo tenga que hacer. A nadie le gusta tener varios cestos de la basura. El segundo paso es reconocer que tal vez la mejor manera de reciclar es vender la basura a los mercados emergentes. Esto es controversial porque se sospecha que la basura terminará simplemente en el suelo.
Sin embargo, el reciclaje tiene economías de escala y el transporte podría resultar gratis si se llenan los contenedores que llegan a Occidente repletos de ropa y otro productos, y que, de otro modo, regresarían vacíos a China. Más aún, quienes están preparados para comprar desperdicios saben cómo aprovecharlos. El último paso sería cobrarle a la gente por los desperdicios no reciclados y recompensarla por lo que recicla.
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Este es el resumen del artículo "El precio de la virtud" publicado en Junio 09, 2007 en la revista The Economist.
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