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De ambas maneras



Revista: The Economist
Tema: Negocios en Ecuador
Fecha: Junio 23, 2007
El Parque Nacional Yasun, en la selva amazónica ecuatoriana, es uno de los lugares de mayor biodiversidad de la Tierra. En 1989 fue nombrada Reserva Forestal de la UNESCO. Debajo del Parque yacen los pozos de Ishpingo Tambococha Tiputini, una reserva petrolera estimada en casi mil millones de barriles, lo que representa casi un cuarto de las reservas totales del país. Su explotación podría significar alrededor de US$ 700 millones anuales, una gran tentación para el presidente de Ecuador, Rafael Correa, ansioso como está de hallar el modo de financiar sus nuevas políticas públicas de corte populista. Pero Correa también se ha preocupado por promover políticas ambientalistas, y esto suele chocar con su necesidad de dinero.

Algunos de sus seguidores más radicales propugnan por el aplazamiento de nuevos desarrollos petroleros entre otras actividades contaminantes como la minería y la tala de árboles. Sin embargo, Correa parece más interesado en lo que él mismo llama “desarrollo en comunión con la naturaleza”, para poder pagar por su “socialismo del siglo XXI”. Muchas personas, incluso funcionarios de gobierno, están descontentos con esta patente traición a sus ideales ambientalistas. Alberto Acosta, ministro de energía y minas, economista y ardiente ambientalista, renuncio recientemente tras discutir con funcionarios de la compañía petrolera estatal.

Según el plan puesto en marcha este mes por el presidente, el gobierno se compromete a no desarrollar los pozos petroleros a cambio de un pago anual de US$ 350 millones, es decir, la mitad de lo que obtendría el gobierno con la explotación de los pozos. Pero, ¿quién hará el pago? Según Correa, se puede conseguir el dinero a través de “donaciones, certificados, deudas comerciales, y ayuda de la comunidad internacional”. Pero nadie sabe en realidad cómo funcionará todo esto.

Algunos ambientalistas consideran que la propuesta es “creativa” y un “signo de lo que viene”. Pero la mayoría de la gente considera que el plan no tiene fundamento. ¿Por qué alguien querría subsidiar a Ecuador, que no es uno de los países más pobres de Latinoamérica, para que pueda conservar su petróleo? Ecuador ya gasta anualmente tres veces lo mismo en subsidios al combustible. Además, las donaciones serían destinadas más a programas sociales que ambientalistas. Hasta Correa parece poco convencido de que el plan funcione. En vez de promocionarlo, se ha dedicado más a advertirles a los votantes que el gobierno tendrá tarde o temprano que explotar más pozos. Pero ganará cierto crédito ante los ambientalistas por haberlo intentado. Y si el plan no funciona, siempre puede culpar al mundo exterior.




Este es el resumen del artículo "De ambas maneras" publicado en Junio 23, 2007 en la revista The Economist.

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