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Los mandarines del dinero |
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| Exactamente 30 años atrás, en agosto de 1977, The Economist publicó un artículo de Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, que entonces era economista en el sector privado. Ofrecía una lista de cinco anatemas económicos. Uno de estos era: “No permitir que el crecimiento del suministro de dinero se vaya de las manos”. Sin embargo, esto fue exactamente lo que los bancos centrales hicieron en los últimos años. La burbuja en los mercados crediticios (que ahora parece estar explotando) fue fomentada por vagas políticas monetarias, que inyectaron liquidez a los mercados financieros.
Muchos economistas acusan al mismo Greenspan de haber propiciado un exceso de liquidez cuando este estaba al frente de la Reserva Federal. Después de que explotó la burbuja de las puntocom en 2000, la Reserva Federal redujo las tasas de interés a corto plazo hasta 1% en 2003. El Banco Central Europeo (ECB) y el Banco de Japón también redujeron sus tasas a niveles poco usuales, lo que impulsó la tasa de interés en las grandes economías a una baja histórica. La tasa de interés a corto plazo está ahora y por primera vez desde 2001 sobre el promedio de la tasa a largo plazo, lo que sugiere que la política monetaria global ya no es tan vaga. Pero, ¿por qué los mercados financieros se han mantenido tan exuberantes por tanto tiempo? Una razón es que los dos principales bancos centrales del mundo, la Reserva Federal y el ECB, no han sido las principales fuentes de liquidez monetaria global.
Muchos economistas en los bancos de inversión y en las instituciones internacionales asumen erróneamente que las condiciones monetarias “globales” son establecidas por los bancos centrales de las economías ricas. Pero, durante el último año, tres quintos del dinero que ha generado el crecimiento provienen de economías emergentes.
Hace más o menos una década, el rápido crecimiento monetario de las economías emergentes no preocupaban a los bancos centrales del mundo desarrollado. Un diluvio monetario en, digamos, Brasil, sólo causaba inflación allá. Pero, hoy en día, estas economías juegan un papel más importante en la economía mundial. Además, los flujos financieros entre fronteras son mucho mayores. La inflación continúa abajo, así que la liquidez inyectada por los bancos centrales se va a otro lado, es decir, a los mercados financieros globales. Esta es una situación alarmante si consideramos que, a diferencia de la Reserva Federal y del ECB, la mayoría de los bancos centrales de las economías emergentes no son independientes y, por tanto, libres de establecer las tasas de interés que le convenga más a la economía.
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Este es el resumen del artículo "Los mandarines del dinero" publicado en Agosto 11, 2007 en la revista The Economist.
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