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El primer año de García | 
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| Alan García comenzó su segundo período en la presidencia de Perú el 28 de julio como el “mal menor”. Una escasa mayoría electoral lo apoyó, aterrorizada con la perspectiva de que el outsider Ollanta Humala, apoyado por una poderosa mayoría de peruanos desencantados del sur y este del país, llegara al poder. A los peruanos les preocupaba que García fuera incapaz de ampliar su atractivo político para permitir que iniciativas clave pudieran ser impulsadas, y que no estuviera dispuesto a enfrentar el abismo que separa a los peruanos que gozan de los privilegios y a los que no.
Ahora, mientras García se acerca al final de su primer año, aún no hay respuestas positivas a estas interrogantes. El mandatario formó un gabinete respetado y competente, con un equipo económico de avezados tecnócratas que cuentan con la confianza de los inversionistas y de la comunidad financiera nacional e internacional. Continuó con las políticas económicas ortodoxas y con las prácticas fiscales seguidas por los dos gobiernos anteriores. Esto ha contribuido, junto con el boom internacional de los commodities, a lograr un crecimiento superior al 8% anual, a expandir las reservas y a controlar las presiones inflacionarias. Las bonanzas en la construcción y el retail se están expandiendo desde Lima a varias regiones.
El sector de exportaciones no tradicionales, particularmente de frutas y verduras, está creciendo a un ritmo impresionante, y tanto las exportaciones como las inversiones mineras están al alza. Aunque su carácter no ha cambiado, García ha evitado cambios bruscos de políticas. Durante las últimas semanas, protestas, manifestaciones y huelgas han estado aumentando, pero él las ha vuelto a su favor, haciendo valer su autoridad.
Durante los primeros meses de su administración García mejoró su nivel de aprobación popular hasta situarlo por sobre 60%, demostrando que era capaz de dar la estabilidad que no podía ofrecer Humala, pero al comprobar que muchas de sus promesas han avanzando lenta y a veces ineficientemente, la aprobación de García ha caído a poco más de 30%, por debajo de su nivel de desaprobación. Por el momento, la gran pregunta es si Alan García será capaz de hacer algo significativo para mejorar en alguna forma la creciente disparidad que separa a los peruanos favorecidos por la globalización y aquellos que aún están atrapados en la pobreza. Si García continúa privilegiando tácticas de corto plazo, probablemente terminará su período dejando el gran problema de Perú abierto.
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Este es el resumen del artículo "El primer año de García" publicado en Agosto, 2007 en la revista América Economía.
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