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Cada uno por su cuenta |
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| Tres horas no fueron suficientes para que el ministro de Hidrocarburos de Bolivia, Carlos Villegas, y el ministro de Energía de Chile, Marcelo Tokman, hablaran sobre el asunto. El encuentro de La Paz realizado a fines de julio parecía una ocasión propicia para que los ministros de ambos países, cuyas relaciones diplomáticas permanecen interrumpidas desde 1978, incluyeran al gas natural en la agenda de la reunión. A fin de cuentas, por un lado estaba Bolivia, con sus ingentes reservas de gas y una necesidad evidente de nuevas inversiones en exploración y producción, y por el otro lado, Chile, con una urgente demanda del hidrocarburo. Pero ni siquiera considerando estas condiciones el tema fue mencionado.
En Chile, el nombre del problema es Argentina. Con la mayor parte de su matriz energética dependiendo de la importanción de gas natural proveniente desde su país vecino, los chilenos han empezado a sufrir con los cortes decretados por el gobierno de Néstor Kirchner, quien no ha respetado los contratos para poder atender al mercado doméstico. En el origen de la crisis está el congelamiento de las tarifas del hidrocarburo para su consumo interno, una decisión que no sólo ahuyentó las inversiones en el sector sino que también transformó a Argentina de país exportador a importador de gas natural. Y como por razones políticas Bolivia no está exportando gas natural hacia Chile, este último país optó por poner las manos en la masa y comezar la construcción de plantas de regasificación de GNL.
Así pues, lo mejor para Chile será invertir en proyectos de gas natural licuado, o GNL. Se trata de gas natural comprimido a un punto de liquefacción que es transportado en navíos-tanque hasta plantas que reconvierten el combustible a su estado gaseoso. En Brasil, Petrobras planea construir dos terminales flotantes para regasificar el GNL, que serán instalados en las costas de Rio de Janeiro y Ceará, a través de una inversión estimada entre US$ 200 millones y US$ 300 millones, con capacidad total para procesar cerca de 21 millones de metros cúbicos diarios.
Las inversiones son una señal de que los esfuerzos por lograr la integración energética latinoamericana están en franca retirada. El GNL también interesa a otros paises en la región. En Perú, hay planes para licuar el gas de los Campos de Camisea para exportarlos hacia Estados Unidos. Recientemente, el presidente de Venezuela, Hugo Chavéz cerró un acuerdo por US$ 400 millones para vender GNL a Argentina como una alternativa a los 8.000 kilómetros del ambicioso e improbable Gasoducto del Sur. Otro país interesado en un proyecto de esta naturaleza es Uruguay. Allí, Petrobras estudia una alianza con la estatal Ancap para otro terminal de GNL.
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Este es el resumen del artículo "Cada uno por su cuenta" publicado en Agosto 2007 en la revista América Economía.
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