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El mal holandés |
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| Bolivia parece vivir un peligroso fenómeno de enfermedad holandesa, término acuñado en los 70 para definir la desindustrialización de Holanda provocada por la sobrevalorización cambiaria generada, a su vez, por las exportaciones de recursos naturales. En su versión boliviana, la enfermedad está siendo provocada por un exceso de ingresos provenientes de los altos impuestos sobre los hidrocarburos. Además, un alza en el mercado internacional de commodities mantiene la balanza comercial favorable y el país tiene un volumen importante de remesas en dólares de bolivianos en el exterior, que sólo en el primer semestre llegaron a US$ 800 millones. A pesar de eso, las inversiones privadas y públicas caen. La inversión extranjera no superó los US$ 200 millones en el primer semestre del año y la pública está en apenas un 10% del PIB.
Esta combinación comienza a provocar un alza inflacionaria, que Evo Morales intenta compensar fortaleciendo el tipo de cambio. El valor de la moneda es controlado y el gobierno viene desvalorizando el cambio en dos centavos por semana. Con esto se proyecta un cambio de 7,5 bolivianos por dólar a fin de año.
A pesar de la necesidad de innovadoras políticas públicas, Morales tiene otras urgencias. El país enfrenta graves conflictos en las provincias y una desconfianza de los inversionistas privados después de los conflictos vividos con las petroleras foráneas. Como si no bastara, la Asamblea Constituyente vive un impasse difícil de resolver, luego de que Morales intentara aprovechar su popularidad inicial para conquistar una mayoría aplastante que le permitiera a su partido (MAS) reformar la Constitución a su manera con posibilidades de reelección –al estilo de Hugo Chávez–, algo que no ha dado resultados.
Para mala suerte de Morales, ocho meses de debate en la Asamblea Constituyente no fueron suficientes para aprobar ni una sola reforma. Como consecuencia, Bolivia ahora está sin Carta Magna y el nuevo plazo para su entrega vence el 14 de diciembre. Y nadie está dispuesto a poner sus manos al fuego para garantizar que se cumpla. Para conformar a la oposición, el MAS consiguió aprobar la realización de referendos para los artículos constitucionales que no puedan ser aprobados por los dos tercios de votos de la Asamblea Constituyente. Precisamente la mejor receta para sembrar el caos en 2008. Si hubiera un premio al surrealismo latinoamericano, esta vez sería para Bolivia.
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Este es el resumen del artículo "El mal holandés" publicado en Septiembre 2007 en la revista América Economía.
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