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La integración latinoamericana puesta a prueba una vez más |
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| El diciembre Brasil, Bolivia y Chile dieron un gran paso hacia la integración regional: suscribieron un acuerdo para construir un corredor que unirá el Atlántico con el Pacífico, mediante una carretera de 5.900 kilómetros que atravesará Santos (Brasil), Santa Cruz de la Sierra y Cochabamba (Bolivia), y Arica e Iquique (Chile). La arteria vial, que apunta a optimizar el transporte de dos millones de toneladas anuales de productos, tanto para exportación internacional como para intercambios internos, deberá estar lista a finales de 2009. Costará 900 millones de dólares. Algunas porciones del camino ya están construidos.
El proyecto envuelve desafíos complejos. El primero de ellos es la coordinación entre los tres países durante la construcción, mejora y posterior mantenimiento de la ruta. Si no hay consenso en cuanto a los materiales, la calidad, el proceso de mantenimiento -quien, cuándo y cómo se va a realizar-, la iniciativa corre riesgo”.
Por otro lado, otros proyectos de integración a nivel de infraestructuras, han sido frecuentemente postergados en Latinoamérica. Los gobiernos de América Latina coinciden en su discurso diplomático que uno de los ejes más importantes a mejorar es el de la integración infraestructural (vial, aérea, ferroviaria o marítima). Pero ninguno lo lleva a cabo: falta una voluntad política real. A esto hay que añadir la influencia de movimientos nacionalistas -civiles, militares o de opinión pública- que de alguna manera truncan los proceso.
Además de los factores técnicos y políticos, una de las razones que explica la inestabilidad de estos proyectos, es el bajo intercambio comercial que caracteriza a la región. Los países de la región tienen un comercio mucho más intenso con Europa, Asia y Estados Unidos que con sus propios vecinos, por lo que se hace difícil justificar inversiones de infraestructura en determinados eslabones geográficos.
La principal apuesta de los tres gobiernos está cifrada en la exportación de artículos a países asiáticos y europeos, y donde la soja y sus derivados, minerales, prendas de vestir, combustibles y teñido de pieles, encabezan la lista de prioridades en la agenda boliviana. Brasil también apunta a exportar soja a China, además de madera, cueros, castañas y nueces, entre otros productos agropecuarios. Mientras que Chile va tras el posicionamiento de su industria láctea, además de reforzar sus envíos de salmón, vino y fruta a importantes mercados asiáticos con los cuales mantiene tratados de libre comercio.
La industria de los servicios también podría beneficiarse con la construcción del circuito, dado que las ciudades ubicadas cerca del corredor presentarían mayor demanda hotelera, gastronómica y de combustibles, consolidándose como polos de desarrollo en la región.
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Este es el resumen del artículo "La integración latinoamericana puesta a prueba una vez más" publicado en Febrero 20, 2008 en la revista Knowledge @ Wharton.
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