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Elogiando los picos |
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| Se suele decir que el lugar no importa en la era de la globalización. La tecnología ha nivelado el campo de juego global. El mundo es plano. “Cuando el mundo es plano, es posible innovar sin emigrar”, señala Thomas Friedman, columnista del New York Times. Es una noción muy interesante; pero es errada. La economía global de hoy en día es puntiaguda. Más aún, los picos más altos, es decir, las ciudades y regiones que impulsan la economía mundial, están creciendo cada vez más rápido mientras que los valles, con poca actividad económica, se quedan atrás cada vez más. La población y el poder económico se están concentrando cada vez más.
La concentración geográfica fomenta la innovación porque las ideas fluyen más libremente y pueden ser implementadas más rápidamente cuando los innovadores, implementadores e inversionistas están en constante contacto. La gente creativa se reúne entre sí no sólo porque les gusten los centros cosmopolitas sino, además, porque la densidad ofrece ventajas productivas, economías de escala y grandes cantidades de conocimientos.
Existen cuatro tipos de lugares que conforman el panorama del mundo puntiagudo: primero, los picos más altos, que atraen al talento global, generan conocimientos y producen la mayor porción de innovación global. En segundo lugar están los picos emergentes, que se valen de las ideas establecidas, generalmente importadas, para producir bienes y servicios. Algunas de estas ciudades, tales como Dublín y Seúl, se están empezando a convertir en centros de innovación. Pero la mayoría, como Guadalajara o Shanghai, no son más que centros de servicio de la economía global del siglo XXI. Los dos tipos de lugares que quedan, están quedando atrás. Por una parte, están las megaciudades del Tercer Mundo, presas de un constante malestar social y político, y con una economía poco significativa; por la otra, están los inmensos valles del mundo puntiagudo; es decir, las áreas rurales con poca concentración de población y poca actividad económica.
La principal diferencia entre esta época y unas décadas atrás es que la distancia económica y social entre los picos se ha estrechado. Los habitantes de lugares puntiagudos suelen estar más relacionados entre sí (aunque se encuentren a medio mundo de distancia) que con sus vecinos. En cambio, en el mundo en desarrollo millones de personas, cuyas culturas y tradiciones están amenazadas por la globalización, carecen de la educación, destrezas y movilidad para entrar a la economía mundial. Están atrapadas en lugares que se están quedando cada vez más atrás. Para que la economía progrese, es preciso que los picos crezcan y se fortalezcan. Pero dicho crecimiento exacerba las diferencias y amenaza la estabilidad. Sólo cuando entendamos que el mundo no es plano, podremos enfrentar el mayor reto político de nuestros tiempos: cómo sacar a flote los valles del mundo puntiagudo sin sacrificar los picos.
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Este es el resumen del artículo "Elogiando los picos" publicado en Marzo 2008 en la revista Fast Company.
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