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En todas partes y en ninguna parte |
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| La compra hace una década de Hotmail por Microsoft, y recientemente la de Bebo por AOL Time Warner, son buenos ejemplos de la gran paradoja de Internet: por un lado, son intentos de grandes empresas de tomar parte de la próxima gran innovación (en el caso de Hotmail, el correo gratis basado en la Web; en el caso de Bebo, de las redes sociales). Pero por otro, es asumir que dichas tecnologías podrán convertirse en negocios por sí mismas.
Así como el correo en la web nunca se ha convertido en negocio (atraen mucha gente, permiten colocar publicidad, dan acceso a otras aplicaciones de la empresa y mantienen al usuario comprometido con la marca; pero no generan verdaderos ingresos), lo mismo ocurrirá con las redes sociales. Pareciera quedar claro que nunca ganarán fortunas.
Redes sociales como MySpace, Facebook y Orkut han logrado llamar la atención de las grandes empresas de medios, y las valoraciones de dichos servicios son multimillonarias. Sin embargo, todas han revelado la gran dificultad para “monetizar” a la gran cantidad de usuarios que tienen. Ninguna está ganando dinero. De hecho, Facebook tuvo que retractarse de su sistema publicitario, basado en la recomendación de productos y servicios de una persona a sus contactos, luego que los usuarios se rebelaran y varios grupos en pro de la privacidad se quejaran.
Aunque no generen dinero, las redes son de muchísima utilidad: han logrado hacer explícitas las conexiones entre la gente, creando pulsantes ecosistemas que les permiten interactuar de distintas e interesantes formas. Pero en el futuro se espera que este tipo de interacción se haga sin necesariamente tener que ir a un sitio específico: ya no será necesario ir a Facebook o Linkedin, las redes sociales y sus aplicaciones estarán en todas partes. Estarán en el correo, en los lectores de noticias, en la mensajería instantánea. Donde queramos.
Las redes sociales, aunque se han abierto hacia programadores independientes que pueden crear aplicaciones para las mismas, han permanecido cerradas entre ellas. Esto debido a que la valoración de una red social depende en buena medida de la cantidad de visitas que tienen, e intentan asegurarse que sus usuarios sigan regresando (y no yendo a otras páginas). Esto ocasiona que las distintas redes no se hablen entre si, y que una persona deba tener cuenta en varias. Es muy fastidioso.
Así han comenzado, históricamente, los medios en línea. Así ocurrió inicialmente con AOL, Prodigy y la mensajería instantánea. Pero las redes sociales están en sus etapas iniciales, y se espera que vayan abriéndose. Ya algunos trabajan en formas de mover las listas de amigos de una red a otra, y de hacer login en un sistema común para todos.
Esta apertura se podría acelerar a medida que Google, Yahoo, Microsoft y otros se dan cuenta que sus propios servicios de correo electrónico en la web son la infraestructura ideal para una red social. Ya cuentan con la lista de direcciones, calendario, y más importante, llevan una historia detallada de las conexiones entre las personas. Es así como en sitios sociales, el gráfico social se deteriora después de la emoción inicial de conseguir amigos “perdidos”. Esto no ocurre con el correo, donde se puede analizar quien le escribió, quien contestó, en qué carpeta colocó el correo, y así sucesivamente.
Este tipo de inteligencia social puede ser aplicada en todo tipo de servicios de la web abierta. Y lo mejor es que no necesariamente habrá la presión por ganar dinero, y se podrá mantener íntimo y discreto. Las redes sociales entonces estarán en todas partes, pero a la vez en ningún sitio.
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Este es el resumen del artículo "En todas partes y en ninguna parte" publicado en Marzo 22, 2008 en la revista The Economist.
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