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Asia, cuidado con Benidorm |
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| El turismo en la Europa Mediterránea es un gran negocio, pero no es muy apreciado. Ha sido culpado de contaminar las tierras, dañar las playas y corromper la moral de los locales. En parte, cada país tiene mucha culpa al respecto. En los años sesenta, los gobiernos de España, Portugal, Italia y Grecia, fomentaron la construcción de hoteles y otra infraestructura turística, que pareció la forma más rápida de adaptarse a los norteños adinerados. Durante los 40 años de crecimiento vertiginoso que siguieron, vastos estrechos de la costa española fueron pavimentados, transformando la Costa del Sol en la Costa del Concreto, y atrayendo hordas de turistas al sol, playas y arena.
Algunas personas en el negocio del turismo hacen buen dinero, pero en años recientes, incluso ellos se han dado cuenta de la fealdad y el ruido que está ahuyentando a los visitantes.
El turismo en masa es un camino hacia el crecimiento y uno de los frutos de un bienestar mejorado –viajar por la experiencia, por la comida, la cultura, y por mero placer. Aun así, el peligro de que el desarrollo destruya aquello que hace que la gente venga como turista, es uno que subyace.
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Este es el resumen del artículo "Asia, cuidado con Benidorm" publicado en Mayo 17, 2008 en la revista The Economist.
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