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La cruel economía del cáncer |
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| El gobierno estadounidense ha invertido más de US$ 75 mil millones en investigaciones oncológicas desde que el presidente Nixon le declarara la guerra al cáncer en 1971. Y el gasto de la industria farmacéutica también ha sido enorme. Sin embargo, la tasa de mortalidad por cáncer sólo ha descendido cerca de 7% en las últimas tres décadas. Esta enfermedad continúa golpeando a 1 de cada 3 estadounidenses y se volverá la principal causa de muerte en una década.
Existen muchas explicaciones para esto, pero cada vez más compañías y pacientes están culpando a la FDA (Food and Drug Administration o Administración de Alimentos y Fármacos). La queja generalizada es que la FDA continúa utilizando métodos anticuados y demasiado rigurosos para evaluar los nuevos tratamientos contra el cáncer, en vez de hacer todo lo posible por brindarles mejores fármacos a los pacientes.
Desde el año 2005, la FDA ha aprobado 18 nuevos fármacos contra el cáncer. Pero aún hay cientos de productos que nunca lograrán salir al mercado porque las compañías no pueden o no están dispuestas a gastar el dinero necesario para realizar estudios relevantes sobre los mismos. Según un informe de Tufts University, sólo 8% de los fármacos experimentales para el tratamiento del cáncer reciben finalmente aprobación de la FDA. Es posible que la precaución de este ente gubernamental se traduzca en prudencia, pero sus críticos señalan que los reguladores se han vuelto más cautelosos desde la debacle generada por el Vioxx, un calmante producido por Merck. Desde que este fármaco fue retirado del mercado en 2004, la FDA ha estado bajo la mirada inquisidora de Washington y la aprobación total de fármacos ha descendido considerablemente.
Pero estas dificultades no han detenido las investigaciones de la industria farmacéutica. Actualmente hay cerca de 750 fármacos para el tratamiento del cáncer en fase de prueba. Pero para que alguno de estos fármacos vea la luz del sol, serán necesarios 15 años y alrededor de US$ 1 mil millones; es decir, US$ 200 millones más que para la aprobación de cualquier fármaco no relacionado con el cáncer. La barrera clínica que deben superar estos fármacos amenaza sobre todo a las pequeñas compañías de biotecnología, que son las que se quejan más de la FDA.
Los desarrolladores de fármacos están tratando de implementar una serie de nuevas pruebas clínicas. Por ejemplo, AstraZeneca se asoció con M.D. Anderson y otros centros de investigación para probar los fármacos en los bancos de tumores que cada institución ha recolectado. Otra posible solución es hacer pruebas clínicas adaptativas: los criterios para determinar si un fármaco funciona o no serán ajustados dependiendo de los resultados obtenidos. También ayudaría un mejor uso del análisis estadístico con el fin de determinar la dosis óptima antes de que un fármaco se vuelva tóxico.
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Este es el resumen del artículo "La cruel economía del cáncer" publicado en Junio 2, 2008 en la revista Business Week.
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