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El caso a favor de la energía nuclear | 
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| El implacable aumento del petróleo ha dejado a los consumidores sin energía para indignarse más, mientras observan desvalidos cómo rebasa veloz el marco de los $130, rumbo a una zona de precios prohibitivos. No es demasiado tarde para parar la carrera. Una incómoda vía para mitigar la crisis energética ha estado bajo nuestras narices desde 1950: la energía nuclear, una de las más limpias y eficientes alternativas para producir electricidad, responsable de menos del 20% del suministro eléctrico doméstico.
En Provenza, Francia, la electricidad es notablemente limpia y barata, y un 75% de ésta es producida por plantas nucleares. Esta energía no contamina el aire, sus productos de desecho son reciclables y si aquí no se ha implantado es por miedo al terrorismo nuclear. Aunque la prohibición al respecto emitida en la era de Carter se ha revertido, el temor irracional a improbables grietas de seguridad sigue estando en la base de la oposición a la energía nuclear en este país.
Todos vimos “El síndrome de China” y nos preocupa tener en los reactores nucleares empleados como el inepto Homer Simpson, capaz de empujar el botón rojo por accidente. La desproporcionada percepción de Chernobyl y la Isla Three Mile (en el primero, murieron 36 personas y en el último, nadie) ha distorsionado la visión de nuestro peligro real. Soportamos los riesgos para la salud y las repercusiones ambientales de los otros combustibles, para evitar la mínima posibilidad de un accidente nuclear catastrófico. Como la asociamos subconscientemente con la fabricación de bombas, preferimos exponernos al fuego, los gases venenosos y la contaminación a que nos exponen los frecuentes accidentes en las plantas de energía convencional.
Claro que tiene sus desventajas. Los residuos nucleares deben ser almacenados y nadie los quiere en su patio. Pero en algún punto tendremos que sopesar la necesidad de independencia energética frente al costo de soluciones como la energía nuclear. A medida que el petróleo se acerca al punto donde estaremos forzados a dejar de comprarlo, iremos descubriendo que no hay opción. No podemos seguir permitiéndonos tener miedo.
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Este es el resumen del artículo "El caso a favor de la energía nuclear" publicado en Junio 9, 2008 en la revista Fortune.
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