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Pescado de mala reputación |
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| Actualmente, la industria chilena de la salmonicultura está en su pleno auge; con ganancias anuales en exportaciones que ascienden los US$ 2 mil millones, Chile se convierte en el segundo país exportador de salmón más grande del mundo, después de Noruega. No obstante, este crecimiento tan acelerado es preocupante para muchos, ya que puede afectar inesperadamente el buen desarrollo de la industria.
En primer lugar, la producción total de la industria se encuentra estancada debido a la propagación de enfermedades e infecciones entre los salmones. A esto hay que sumarle que el salmón chileno podría dejar de ser apto para el consumo ya que contiene residuos de hormonas y antibióticos. Si bien la industria desmiente fuertemente este hecho, no posee los registros e información apropiada para fundamentar sus argumentos.
Por otro lado, varios estudios revelaron que el salmón chileno presenta menos contaminantes en comparación con el europeo. Probablemente, éste sea el resultado de alimentar a los peces con productos provenientes de aguas más salubres. De igual modo, otras instituciones ambientales chilenas comprobaron que la industria no emplea hormonas ni antibióticos en el proceso de cultivo de los salmones, puesto que deben cumplir con unas leyes de seguridad alimentaria existentes en los países importadores y la prohibición de usar antibióticos, con la excepción de uno; no obstante, esta última condición parece violarse al momento de combatir infecciones en los salmones.
Para evitar que esto ocurra, un representante de la industria propone reducir el uso de antibióticos y emplear sólo las dosis recomendadas. De igual modo, sugirió la incorporación, en las leyes, de las dosis máximas a aplicarse en casos extremos como la propagación de enfermedades letales. En relación con estas proposiciones, la industria considera que una reducción en la dependencia de antibióticos no combatirá enfermedades y, además, cuestionan que una racionalización de permisos ayude a solventar esto. Con el objeto de poner fin a esta disputa, el gobierno chileno pretende establecer límites de producción en cada piscifactoría de salmones.
Lo difícil de esta situación es que viene acompañada por un alto precio de la gasolina y una depreciación del peso chileno frente al dólar. Sin embargo, los salmonicultores chilenos deben de sacar ventaja de su mano de obra económica y su posibilidad de expansión en aguas salubres.
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Este es el resumen del artículo "Pescado de mala reputación" publicado en Junio 28, 2008 en la revista The Economist.
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