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El abismo de la vivienda | 
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| Según el índice elaborado por Standard & Poor's, los precios de las viviendas cayeron más del 15% en abril pasado con respecto al mismo mes del 2007, siendo éste su mayor descenso desde 1940-42. Se prevé que mientras más caigan los precios, menos propietarios podrán o querrán seguir pagando sus hipotecas, los bancos recobrarán mayor número de casas y las liquidarán a precios irrisorios, lo que deprimirá aún más el mercado, conduciendo a más ejecuciones hipotecarias. Este estado de cosas ha ido cambiando la psicología de los propietarios, que parecen más dispuestos que antes a dejar sus casas y muchos están tratando de burlar a los bancos. Aquéllos con alto récord crediticio se quejan de que pagan demasiado, alegando que su casa vale mucho menos de lo que adeudan por ella. Otros optan por comprar una vivienda adicional mientras su crédito es bueno y dejar la que estaban pagando si no logran un trato favorable con sus bancos, los que a
su vez no frenan estas estrategias, confiando en que los compradores terminarán cayendo en su propia trampa.
Este proceso avanza en algunas zonas de Arizona, California, Florida y Nevada, y ni sector privado ni el gobierno han tenido éxito en detenerlo. Para unos analistas, el Congreso se verá forzado a tomar medidas dramáticas. Otros son más optimistas y auguran que los efectos del bajón de la vivienda serán modestos y que los bajos precios atraerán nuevos compradores. Hay quien cree que la gran acumulación de deudas se sustenta en el crecimiento demográfico, los ingresos crecientes y la escasez de tierras y asumen que los precios van, en el peor de los casos, a mantenerse estables por unos años. Olvidan que los mercados pueden irse hacia abajo tan fácilmente como hacia arriba.
Todo esto está provocando pérdidas enormes a los bancos, lo que podría llevar a una ola de fracasos bancarios o a una aguda reducción en los préstamos. En lo que va de año, la FDIC (entidad de Garantía y Depósitos de EUA) ha absorbido cuatro bancos y considera que el mayor riesgo está en el daño colateral que se produce a medida que el bajón en la vivienda afecta al resto de la economía. La solución no la tienen los prestamistas bancarios, ellos son parte del problema y están reduciendo agresivamente los préstamos, sin prepararse para la inminente ola de evasiones de pago. Incluso en situaciones en que la reestructuración de los préstamos limitaría las pérdidas de los bancos y beneficiaria a los propietarios, los tratos son bloqueados por lo complicado del sistema y por conflictos entre inversionistas. Aunque los participantes del negocio están conscientes de estos problemas y se han reunido para discutirlos, no han logrado establecer
compromisos al respecto.
La Reserva Federal ha recortado drásticamente las tasas de interés a corto plazo y prorrogado más de $150 mil millones en préstamos garantizados a los bancos, a los que el Departamento del Tesoro no ha logrado persuadir de modificar los préstamos. Hay varios proyectos en el ambiente. Los demócratas apuestan a mantener en sus casas a los propietarios, facilitándoles nuevos y más asequibles préstamos asegurados por la Administración Federal de Vivienda. Su candidato, Barack Obama, apoya una enmienda del código federal de quiebra que permita forzar a los bancos hipotecarios a aceptar una pérdida en sus préstamos. El Congreso podría extender el plan Frank-Dodd para cubrir a más personas. Otra solución extrema sería que el Gobierno Federal proporcione los préstamos directamente a los compradores. Aún ninguna de estas opciones suena como posible, pero si el bajón de la vivienda empeorara (y hacia eso apunta), algunas podrían comenzar a
parecer razonables.
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Este es el resumen del artículo "El abismo de la vivienda" publicado en Julio 7, 2008 en la revista Business Week.
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