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Vaya forma de dirigir el mundo |
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| Los clubes suelen estar repletos de gente que parlotea sobre cosas que ya no conoce bien. El 7 de julio, los líderes del grupo que supuestamente dirige al mundo (las democracias del G7 más Rusia) se reunieron en Japón para hablar sobre la economía mundial. Pero, ¿qué sentido tiene hablar sobre los precios del petróleo sin la presencia de Arabia Saudita, el mayor productor del mundo? ¿Qué sentido tiene hablar del dólar sin la presencia de China, que posee tantos bonos del tesoro estadounidense? ¿Qué sentido tiene hablar de las sanciones a Robert Mugabe sin la presencia de africanos? ¿Qué sentido tiene hablar de recalentamiento global, SIDA o inflación sin la presencia del mundo emergente?
Pero el G8 no es el único club global que se muestra envejecido e ineficiente. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no ha logrado que Irán deje de enriquecer uranio. El Fondo Monetario Internacional no ha hecho mucho durante la crisis crediticia. La Organización Mundial de Comercio está estancada. A medida que aumentan los problemas y la información le da la vuelta al mundo con mayor rapidez, la respuesta de las organizaciones es menos expedita y adecuada. Las instituciones que gobiernan al mundo deben cambiar.
Siempre ha habido una excusa para detener las reformas. Durante mucho tiempo la excusa fue la Guerra Fría. Pero más recientemente, la “unipolaridad” mundial convenció a los neoconservadores que Estados Unidos podría resolver las cosas unilateralmente. Sin embargo, varios líderes mundiales están haciendo un llamado al cambio. Por ejemplo, Gordon Brown, primer ministro de Inglaterra, y Hank Paulson, secretario del tesoro de Estados Unidos, quieren reformar la normativa financiera global. Si bien es cierto que dichas organizaciones globales deberían buscar un nuevo enfoque, sus críticos se equivocan cuando señalan que es posible prescindir de las mismas. Apenas desaparezca el Consejo de Seguridad o el Banco Mundial, surgirá la necesidad de crear instituciones similares. Así pues, la idea no es acabar con dichas instituciones sino lograr que funcionen bien.
Ahora que se está enfrentando con la necesidad de reformar las instituciones internacionales, el mundo rico (y Estados Unidos en particular) está ante una disyuntiva: si se aferra al poder, China y la India crearán sus propias instituciones con el fin de resolver sus propios problemas. En cambio, si cede poder, los intereses y problemas serán compartidos. Esta última sería la forma más decente de dirigir los destinos del mundo.
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Este es el resumen del artículo "Vaya forma de dirigir el mundo" publicado en Julio 7, 2008 en la revista The Economist.
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