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La carrera de China hacia la libertad | 
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| El estrepitoso ascenso de China es buena causa de celebración, pero no ciertamente debido a las muy esperadas Olimpíadas en Beijing durante el mes de agosto de este año. En efecto, el beneplácito otorgado por los Juegos Olímpicos a esta nación le ha hecho más mal que bien en cuanto a su apertura económica ante el mundo.
Las dos grandes fuerzas que impulsan esta apertura son independientes a los juegos. Una de ellas es la velocidad con la cual China se globalizó entre los años 80 y 90 para luego acelerar inesperadamente aún más hasta su inclusión en la Organización Mundial de Comercio en el 2001. La otra trata de la propagación de la Internet y telefonía móvil que han transformado a la sociedad. Las Olimpíadas, por el contrario, han dado pie al Partido Comunista del país para reforzar su agarre autoritario sobre Beijing. Éste ha usado el pretexto de una presunta amenaza terrorista para así imponer un restringido cordón de seguridad alrededor de la ciudad y disminuir las visas de ingreso –incluso aquellas para muchos inofensivos hombres de negocio.
El intenso escrutinio internacional puede haber moderado por un breve período la respuesta por parte de las fuerzas de seguridad chinas durante el comienzo de manifestaciones en la región del Tíbet en marzo, así como pudo haber tenido algún efecto sobre como las autoridades manejaron la situación de alivio después del terremoto que tuvo lugar en la provincia de Sichuan durante el mes de mayo. El gobierno incluso les ha facilitado las cosas a los periodistas extranjeros para poder viajar alrededor de la nación, aunque en muchos de los casos, las autoridades hayan demostrado tener la mano más dura que nunca y la Internet forzara de igual manera los sistemas de gestión de información del partido para lidiar con nuevas presiones.
Al presente, los líderes chinos permanecen irrevocablemente "casados" con el principio de la No-Interferencia en los asuntos internos de un país. En lo que a los miembros del gobierno les concierne hasta ahora, ellos parecen contar con un inmenso apoyo por parte de su propia gente. Los Juegos Olímpicos se están llevando a cabo en el marco de un escenario de creciente presión asertiva de nacionalismo chino, lo cual fue visto de una manera más realista durante la cobertura internacional de la furia de manifestantes en el Tíbet y las protestas que saludaron a atletas durante el relevo de la llama olímpica en algunas ciudades ubicadas al oeste del país.
Y todo eso ocurrió antes de la inauguración de los juegos. El escritor George Orwell una vez describió al deporte internacional como una "mímica de combate", lo cual es infinitamente preferible a un combate real. No hay nada malo en que la población china se sienta orgullosa de un triunfo diplomático, o de uno deportivo, lo cual se consideraría como una mejor apuesta. No obstante, existe un riesgo. Habiendo hecho a un lado su ideología, el Partido Comunista apuesta su supervivencia y legitimidad a un mayor control político, avance económico y orgullo nacionalista. El problema con el nacionalismo es que le sobra competencia –y todo en este mundo necesita de un enemigo con frecuencia.
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Este es el resumen del artículo "La carrera de China hacia la libertad" publicado en Agosto 2, 2008 en la revista The Economist.
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