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El mundo es un tubo de ensayo |
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| Tristemente para nosotros los habitantes de este planeta, nada sobre el calentamiento global es sencillo. Modelos meteorológicos se encuentran friendo los circuitos de grandes supercomputadoras. Los llamados Feedback Loops, o bucles de retroalimentación, y otras anomalías sobrecargan un malhumorado debate sobre lo que va a suceder, adónde y cuándo. Y ni siquiera hay que comenzar a pensar en las políticas de negociación sobre un nuevo acuerdo global en emisiones o las intrincaciones del sistema de tope y trueque.
Por desgracia, nada relacionado con tecnologías para combatir el cambio climático es más simple que cualquier cosa. Un campo en el que se podría pensar ya está dominado por ingenieros de alto nivel y es alarmadamente propenso al fanatismo y tabúes. El cambio climático es demasiado importante y demasiado complejo para cedérselo a cualquiera de ellos.
Al principio se pensaba que las celdas de hidrógeno eran el futuro "verde" y muchas corporaciones invirtieron miles de millones de dólares en la tecnología, aunque ésta posee tres puntos débiles: en primer lugar, no existen estaciones de servicio de hidrógeno porque no hay automóviles impulsados por hidrógeno –y por lo tanto no hay razón por qué construir estaciones de servicio de este tipo. Luego viene el coste de los vehículos, el cual se estima que tan solo el platino que funciona como catalizador dentro de una celda de combustible sea tan costoso como un motor de combustión interna de un poder equivalente. Y tercero, producir hidrógeno desde el gas natural produce grandes cantidades de dióxido de carbono.
Los híbridos conectables, en cambio, son considerados como un puente hacia los vehículos impulsados sólo por energía eléctrica. Los planes que hay por parte de la industria automotriz quizá no sean tan tecnológicamente elegantes como lo fueron los de la celda de hidrógeno, pero tienen el merito de estar basado en una tecnología que realmente funciona, no es tan costosa y puede utilizar infraestructura existente.
La solución al cambio climático probablemente involucre numerosas tecnologías, desde renovables, nuclear, "secuestro" de carbono, trasporte público hasta la conservación energética. Por ahora es muy pronto decir si la geoingeniería, o tecnologías existentes y en desarrollo para alterar los efectos negativos de las emisiones de gases, entre otras, sean parte de esta mezcla. La geoingeniería podría resultar demasiado riesgosa, aunque se está invirtiendo fuertemente en su investigación. El mundo necesita estar preparado – y la investigación es el único modo de estarlo.
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Este es el resumen del artículo "El mundo es un tubo de ensayo" publicado en Septiembre 6, 2008 en la revista The Economist.
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