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Satisfaciendo a los acreedores



Revista: The Economist
Tema: Negocios en Argentina
Fecha: Septiembre 6, 2008
En el tiempo que Cristina Fernández de Kirchner lleva en el poder, en Argentina el crecimiento se ha hecho lento (desde más de un 8% anual a un 5-6%), la inflación ha alcanzado un 25%, se han escapado unos $11 billones en capital y los intereses de los bonos gubernamentales han aumentado en un tercio. Ella no ha causado la mayoría de estos problemas (Kirchner se los heredó tras cuatro años de crecimiento populista), pero ha pagado su precio político, con índices de aprobación por debajo del 30%. El 2 de septiembre pasado dio por fin un paso hacia la resolución del problema económico del país, cuando prometió devolver los $6.7 billones que el gobierno le debe al Paris Club, deuda que estaba obstaculizando la obtención de créditos subsidiados para ventas o inversiones en Argentina.

Esto debe contribuir a acelerar varios proyectos, entre ellos la construcción de una línea de tren de alta velocidad, que uniría las tres ciudades más grandes del país, proyecto costoso de cuestionable necesidad, fuertemente apoyado por Fernández. Pero el mecanismo escogido para el pago de estas deudas parece no haber sido el correcto. Tal como hizo su esposo al pagarle al FMI en 2005, Fernández ha reunido esa enorme suma de dinero en efectivo, ayudándose con el 15% de las reservas internacionales del Banco Central, cuando podía haber pagado la deuda a plazos, sin tener que pedir prestadas a Venezuela altísimas sumas, que ahora le está cobrando con tasas de interés del 15%.

Según las reglas del Paris Club, asegurar esta reestructuración con el grupo requerirá de la bendición del FMI, y para obtenerla, Argentina deberá revelar cómo calcula su cifra de inflación, cosa que Fernández no desea hacer, pues dicha tasa es manipulada para que se mantenga alrededor de un tercio de su verdadero valor. Si confiaba en que esta decisión calmaría a los inversionistas, parece haberse equivocado: de hecho, el diferencial entre las tasas de interés de los bonos de Argentina y los billetes del Tesoro de EUA aumentaron el día del anuncio. Los mercados siguen nerviosos porque esa deuda no estaba entre sus peores preocupaciones.

El gobierno argentino aún se niega a negociar con los poseedores privados de los $20 billones en bonos que sostuvieron la reestructuración de la fuerte deuda del país en el 2005, decisión que le impide pedir prestado en los mercados internacionales. Continúa imponiendo un control estricto a los precios y entregando pródigamente subsidios a la energía y al transporte, además de sufrir una profunda fisura en su credibilidad, debido a las mentiras respecto a la inflación. Si Fernández quiere evitar seriamente la trampa inflacionaria que amenaza el futuro de Argentina, necesitará dar pasos mucho más decisivos.




Este es el resumen del artículo "Satisfaciendo a los acreedores" publicado en Septiembre 6, 2008 en la revista The Economist.

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