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Ahora júntenlo de nuevo | 
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| Plan Tres Mil es un vecindario ubicado en las afueras de la ciudad de Santa Cruz, la cual consta de carreteras de lodo y puestos de mercado al aire libre. Sus habitantes son mayormente bolivianos indígenas provenientes de las tierras altas del oeste y tras días de constante acoso, ellos ya se encuentran furiosos. Sus tormentos son militantes juveniles radicales del grupo Unión Juvenil Cruceña (UJC), quiénes andan armados con palos, escudos y, de acuerdo a algunas personas, armas de fuego. Estos han abusado y maltratado a vendedores de calle de la zona así como a partidarios del gobierno socialista de Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia.
El conflicto que actualmente despedaza a Plan Tres Mil se encuentra esparcido por toda Bolivia. La nación siempre ha estado dividida entre una minoría de descendencia europea de piel blanca y adineradas, quienes tienden a vivir en las prosperas tierras bajas tropicales, y los de piel más oscura, gente indígena concentrada en las empobrecidas altas planicies. En la actualidad, estas divisiones de clases se encuentran más profundas que nunca.
Al menos 30 personas han sido asesinadas en riñas entre campos opositores. Durante el último mes, manifestantes antigobierno han puesto barricadas en la zona oriental del país que es rica en recursos energéticos, irrumpido en edificios del gobierno y tomado campos gasíferos cercanos a gaseoductos que llevan el recurso energético a Brasil y Argentina. Hasta el presente día, los bolivianos han evitado a toda costa caer en un conflicto civil "emplumado", aunque una semana de batallas callejeras ha aumentado esta posibilidad.
La violencia hizo erupción luego de que el Presidente Morales decretara el pasado 28 de agosto que se sostendría un referéndum sobre la nueva constitución de la nación, cuyo voto tomará lugar el 25 de enero del próximo año. Los nuevos cambios son rotundamente rechazados por los habitantes de las tierras bajas, a quiénes Morales se refiere como "oligarcas" privilegiados que intentaron derrocarle, además de negarle el derecho a los indígenas de tener su tajada legal de las reservas de gas natural, minerales y tierras que posee el país. Esta oposición, en cambio, sospecha que el mandatario está tratando de convertir a Bolivia en un satélite de Venezuela y Cuba.
Alarmados por la crisis en curso, gobiernos vecinos han respondido con apoyo hacia Morales. En una reunión de emergencia de los 12 miembros que conforman la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) el pasado 15 de septiembre, la naciente organización prometió mandar una delegación a Bolivia para establecer un dialogo entre el gobierno y representantes de las provincias orientales. En esta reunión de una duración de seis horas, la principal protagonista fue la tensión entre dos grandes poderes: Brasil, nervioso por posibles interrupciones en las reservas de gas de Bolivia, y Venezuela.
Una pausa en la violencia debería crear algo de espacio para las negociaciones. Sin embargo, las diferencias entre ambos bandos son tan amplias y sus partidarios tan inclinados a resolver los asuntos por sus propias manos que ahora los mediadores se enfrentan a una monumental tarea: la de primero cerrar un trato y luego, asegurarse que ambas partes mantengan sus promesas.
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Este es el resumen del artículo "Ahora júntenlo de nuevo" publicado en Septiembre 20, 2008 en la revista The Economist.
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