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Economías latinoamericanas: cruzando los dedos |
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| Muchos países de América Latina han logrado cierta independencia de la economía de EUA, aunque aún existen estrechos lazos. Cuando el 29 de septiembre la Cámara de Representantes en Washington obstaculizó el rescate financiero, el Dow Jones cayó cerca de 7% en un día, y el Bovespa de Brasil, la mayor bolsa de la región, le siguió con más del 9%. A diferencia de otras crisis del pasado, esta vez muchos países han tenido excedentes comerciales en años recientes, y los altos precios de los productos básicos han hecho que sus finanzas gubernamentales luzcan más que respetables. Los bancos latinoamericanos también se ven fuertes: no absorbieron las garantías hipotecarias americanas, y no son tan dependientes del crédito foráneo. Brasil es una excepción: los bancos medianos y pequeños que cotizan en la bolsa y sí dependen de fondos foráneos (aunque sólo en un 10-20%), vieron descalabrarse los precios de sus acciones.
Exceptuando la brasileña, las bolsas de valores en América Latina son débiles, lo que reduce la posibilidad de contaminación. El crédito sí preocupa, sobre todo a los exportadores que buscan líneas foráneas, muy difíciles de adquirir. Esto parece temporal, pero si perdura, las compañías se volverán hacia las entidades crediticias domésticas, dejando menos crédito disponible y en el futuro, una desaceleración acompañada del declinar de los precios de los productos básicos presionaría las finanzas gubernamentales. Chile es el único país grande de la región donde el boom de los productos básicos no ha llevado a extravagantes gastos gubernamentales. Estos precios han caído ya un poco y si siguen cayendo, algunos países tendrán problemas.
Son los países que han sido más hostiles al capitalismo global, los más vulnerables a la crisis actual. Entre ellos está Venezuela, que apoyada en sus ganancias petroleras ha renunciado a producir bienes de consumo, y ahora los importa. Recortar los gastos públicos sería una opción, aunque no antes de las elecciones regionales de noviembre y todavía entonces podría no ser fácil un cambio hacia la austeridad. En el caso de Argentina, si los bajos precios de los productos básicos abarataran los alimentos básicos, esto le daría un respiro en su devastadora inflación. Pero el 10% de los ingresos del gobierno vienen de los impuestos de exportación y una caída en los productos básicos afectaría aún más a los campesinos, reactivando sus recientes protestas; además de que su moneda está respaldada por los altos precios de la soya.
En otros países las cosas lucen mejor. Las últimas cifras anuales mostraron un 8.3% de crecimiento en Perú en julio, y un 6.1% para el segundo trimestre en Brasil. Mientras, México ya sufre los efectos de su fuerte vínculo con EUA: en agosto, las remesas familiares sufrieron una caída record y es improbable que los americanos sigan comprando tantos productos manufacturados mexicanos. Y el balance comercial del país, estimulado por los altos precios del petróleo, está en riesgo. Brasil, la mayor economía de América Latina, parece mejor situado, pero la mitad de sus exportaciones son de productos básicos, dejándolo vulnerable a una caída de los precios.
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Este es el resumen del artículo "Economías latinoamericanas: cruzando los dedos" publicado en Octubre 4, 2008 en la revista The Economist.
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