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No tiene precio |
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| El agua es la sustancia más común en la Tierra, pero 97% de ella corresponde al mar, no apta para el consumo humano. Sólo 1% de toda al agua del mundo puede ser consumida por el ser humano. Esta cantidad debería ser suficiente ya que en su ciclo natural se evapora y vuelve a las fuentes en forma de lluvia. El agua es infinitamente renovable.
Sin embargo existen dos obstáculos para llevar el agua hasta las poblaciones que la requieren. El primero es que el recurso suele estar en la ubicación equivocada (países que tienen en abundancia no podrían consumirla toda y otros carecen de ella). El segundo, es el desperdicio que el hombre hace, su negativa a tratarla como un bien económico, sujeto a las leyes de la oferta y la demanda. En algunos lugares se suple gratuitamente, y muchos ignoran el costo de recolectarla, sanearla, almacenarla y distribuirla.
En distintos encuentros ecologistas mundiales se ha declarado el 2003 como el año del agua potable y se ha puesto como meta reducir el número de habitantes que no cuentan con el acceso a esta. Sin embargo, el precio debería ser un tema de discusión en tales congresos, pese a la oposición de muchos defensores del ambiente, quienes consideran que es inmoral ver el agua como un producto porque es un bien dado por Dios y esencial para la vida. Además aseguran, es inevitable que aumente su consumo y carencia, lo que llevaría a la humanidad a enfrentar guerras. Pero según algunas estadísticas esta afirmación no tiene sustento: los avanzados métodos industriales consumen menos agua para sus procesos. Igual pasa con los últimos diseños de piezas de baño de uso doméstico. En países en desarrollo, el riego para agricultura abarca hasta el 90% del agua disponible; en los desarrollados, la industria y la energía usan también una cantidad considerable. Es por ello que la escasez debería ser atribuida a agricultores y fabricantes, no a dueños de piscinas.
En la cumbre de Johannesburgo en el 2002, se enfatizó en la meta de reducir el número de personas que no poseen acceso al agua potable, pero esta intención requerirá de una gran inversión. Ya en otros dos eventos (World Water Council y the Global Water Partnership) se mencionó como desembolso en los países pobres la cantidad de US$ 80 mil millones por año como mínimo. Esta cifra fue el punto de partida para un panel de financiamiento comisionado por el Water Council y liderado por Michel Camdessus, ex director del FMI. Su reporte fue criticado por los ambientalistas por promover la privatización y la construcción de grandes represas. Representantes de otras organizaciones consideran sin embargo que se puede hablar de cifras más bajas, bajo el argumento de que una provisión apropiada de agua consistiría en tanques dispuestos en las villas y no necesariamente en tanques o almacenamientos para cada hogar. Además de los recursos, las metas de Johannesburgo requieren acción, lo que se dificulta particularmente en países donde no existe estabilidad política. Pero la esperanza estriba en que tales objetivos son completamente alcanzables. Distribuir el agua y disminuir el malgasto del recurso es caro, pero no imposible. Muchas organizaciones públicas y privadas saben cómo hacerlo y este es uno de los problemas ambientales que se puede solventar. La mejor manera para hacerlo sería tratar el agua como cualquier otro negocio.
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Este es el resumen del artículo "No tiene precio" publicado en Julio 19, 2003 en la revista The Economist.
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