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Anarquía en Somalia |
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| Tal como en el siglo 19 los piratas de la costa Barbary al norte África causaron inmensos daños humanos y económicos, la actual oleada de piratería en las aguas del África Oriental también se está yendo de las manos. El 15 de noviembre los piratas, operando a cientos de millas de la costa, atraparon al Sirius Star, un súper petrolero que llevaba 2 mil barriles de petróleo saudita. Una docena o más barcos están actualmente en sus manos, unos de ellos contiene una carga de 33 tanques T-72, lo suficiente para romper el balance en una pequeña guerra local.
El riesgo que corre el mundo es la pérdida de una de sus rutas marítimas más usadas y un rápido aumento en las primas de los seguros. Pero lo que ha hecho posible la audacia de los piratas es el derrumbe de Somalia. La existencia de un vasto espacio sin gobierno en el Cuerno de África provee un asilo seguro desde donde los piratas pueden salir a cazar sus presas en el mar. Esto amenaza con trasmitir ondas de choque a través de una hilera de estados africanos, frágiles y hechos pedazos por los conflictos, desde Sudán al Congo.
En el 2006, la administración de Bush le dio luz verde a Etiopía para que invadiera a Somalia, aplastara el movimiento Islamista y reinstaurara el gobierno somalí que había perdido el control de la mayor parte de su territorio. Abdullahi Ahmed, el presidente de Somalia, admitió el 15 de noviembre que insurgentes islámicos de varios tipos estaban dominando de nuevo la mayor parte del país, dejando sólo dos ciudades en sus manos. Ni Etiopía ni la Unión Africana mandaron jamás suficientes soldados para imponer el orden, y el grupo insurgente más fuerte, el Shabab, se supone esté ligado económicamente a los piratas (que les dan una tajada del rescate como pago a la protección que reciben) y por ideología, a al-Qaeda.
Para resolver esto no es suficiente mandar más cañoneros, y aunque un esfuerzo naval superior podría contribuir a proteger las rutas marítimas, una solución a largo plazo necesita mucho más e incluiría establecer la estabilidad dentro de la propia Somalia, eliminándoles a los piratas su santuario y previniendo que la anarquía con tintes de jihad se desborde a través de sus fronteras. A falta de fuerzas militares serias disponibles para derrotar a los insurgentes, una respuesta apropiada requeriría reestructurar la política del país y comenzar a buscar el apoyo de islamistas más dóciles, si es que quedan suficientes, y fuera posible un arreglo con ellos.
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Este es el resumen del artículo "Anarquía en Somalia" publicado en Noviembre 22, 2008 en la revista The Economist.
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