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La última vuelta de Lula |
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| Es raro encontrar un presidente que en su segundo mandato tenga una tasa de aprobación de 80%, tal como la que tiene hoy día Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil, con la que podría hacer casi cualquier cosa. Pero esta omnipotencia es ilusoria y no sólo porque será breve (a inicios del 2010 comienza la campaña electoral de su sucesor), también está reprimido por su propio partido de izquierda, el Partido de los Trabajadores (PT); por sus aliados políticos; por los problemas económicos que recién han llegado a Brasil (y aún no se sienten del todo), y por su compulsión temperamental de preservar la popularidad.
Aún habla de reformar el laberíntico sistema de impuestos de Brasil y de mejorar el funcionamiento de los partidos políticos y las elecciones, que debieron ser sus prioridades en su segundo período presidencial, pero han sido por siempre pospuestas. La reforma tributaria se dejó de lado el año pasado por la tenebrosa situación económica mundial, que más bien debió hacerla más urgente, y no va a ser considerada de nuevo hasta finales de febrero. La reforma politica, es más probable que sea decidida en las Cortes. Expertos creen que sería una muestra de seriedad politica hacer las reformas, mientras Lula se ocupa de mantener unida su coalición de gobierno.
El mandatario ha dejado claro que no buscará aferrarse a su cargo mediante cambios en la Constitución y ha dejado al PT en busca de un sucesor viable. Sabe que aún si la oposición de centro derecha ganara el poder, es probable que sus políticas sociales no sean revertidas. Hasta la elección, es posible que se dedique a manejar la crisis. Según encuestas, el 74% de los brasileños espera que este año sea mejor que el pasado y podrían quedar decepcionados: los datos económicos empeorarán a medida que avance el año, pues la economía sólo ha comenzado a tambalearse después de un rápido crecimiento durante los primeros ocho meses del 2008. Según expertos, cualquier plan político preconcebido tiene que ser cancelado ante la crisis.
La capacidad de Brasil para el estímulo fiscal es limitada, su gran deuda pública lo fuerza a preservar sus excedentes fiscales primarios para mantener la confianza de los dueños de bonos y los ingresos por impuestos se harán más lentos junto con la economía. La prioridad del gobierno es implementar su expansionista programa de “aceleración del crecimiento” (PAC), y todo lo que haga este año será parte de éste. Si continúa la inflación, deberá encontrar otras vías para impulsar el crecimiento, lo que podría incluir el crédito a granjeros y afirmas constructoras. En los últimos años, los políticos han calmado a los inversionistas demostrando su compromiso con la ortodoxia en la economía, pero este año, con los gobiernos alrededor del mundo interviniendo mercados, pudieran sentirse más seguros si Brasil hiciera lo mismo.
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Este es el resumen del artículo "La última vuelta de Lula" publicado en Enero 10, 2009 en la revista The Economist.
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