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Industria automotriz: la gran helada |
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| Por depender de los mercados crediticios y sistemas de financiamiento, la industria automotriz está sufriendo fuertemente la crisis crediticia a través de la caída de sus ventas. Prueba de ello es que los fabricantes de vehículos importantes, como General Motors (GM), vaticinan su posible quiebra y urgen con desespero préstamos del gobierno para salir a flote, evitar el cierre de las fábricas y brindar sistemas de financiamiento a los consumidores.
Las ventas de Ford, GM y Chrysler (en cuanto a camionetas) se vieron en descenso desde que los precios de la gasolina se catapultaron, lo que las convirtió en las compañías más débiles del mercado de EUA durante la actual recesión financiera. Sin embargo, este mismo escenario se repitió en otros fabricantes automotrices mundiales.
Esta situación nació en EUA con el otorgamiento desmesurado de créditos y el aumento excesivo de los precios del petróleo. Mientras que los compradores con bajo historial crediticio no podían adquirir vehículos, los propietarios cambiaban el suyo por uno más pequeño que consumiera menos gasolina. Para mediados del 2008, ocurría lo mismo en Europa, Japón y otros mercados emergentes.
No obstante, la verdadera crisis en el sector automotor vino con el retroceso económico tras la caída de Lehman Brothers, la cual produjo una contracción en el sistema crediticio y un desplome en el mercado bursátil y, por ende, un declive en la venta mundial de vehículos.
Para combatir esta problemática, varios fabricantes de vehículos planean 1) reducir sus costes operativos, 2) hacer un cese o reducción temporal en su producción, 3) despedir parte de sus trabajadores temporales, 4) negociar reducciones salariales con sus empleados fijos, 5) posponer o cancelar el lanzamiento de nuevos modelos, 6) ofrecer incentivos y descuentos para atraer al público. Aunado a esto, los fabricantes necesitan préstamos del Estado para hacer frente al exceso en su capacidad de producción proveniente de años de expansión. El respaldo financiero federal, no obstante, deberá ir acompañado con otras fuentes de financiamiento.
Si bien Chrysler está al borde de su desaparición, GM muestra también una condición compleja: De caer en la quiebra, la empresa podría hacer desaparecer a distribuidores de repuestos indispensables para otros fabricantes importantes. Ese hecho llevó al gobierno de Bush a inyectar miles de millones de dólares para mantener en marcha a la compañía. Ahora, con Obama al poder, GM solicita fondos del plan de recuperación y espera no ser manipulado por los políticos para fabricar vehículos ecológicos para los cuales el mercado no está listo aún.
Por ahora, los fabricantes de vehículos que harán frente a la crisis con mayor facilidad serán Toyota, Honda y Ford. Entre las marcas europeas que saldrán airosas, se encuentran Volkswagen (ahora propiedad de Porsche), PSA Peugeot-Citroën y Fiat. Los próximos años serán difíciles para BMW, Mercedes y Renault.
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Este es el resumen del artículo "Industria automotriz: la gran helada" publicado en Enero 17, 2009 en la revista The Economist.
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