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Estímulo a la banda ancha: no tan rápido |
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| En su primera alocución como presidente, Barack Obama hablaba de "expandir la banda ancha a millones de estadounidenses". El Primer Ministro de Inglaterra, Gordon Brown, ha comparado los esfuerzos de su gobierno en extender la infraestructura digital de la nación a "carreteras y puentes y vías férreas que fueron construidas en tiempos pasados" para estimular la economía. Invertir en acceso a banda ancha suena como una buena manera para que los gobiernos impulsen las débiles economías. Las excavaciones de carreteras y colocar toda esa fibra óptica generará puestos de trabajo. Un estudio sugiere que la creciente penetración de la banda ancha en un típico estado de EUA incrementará el empleo en 0,2-0,3% al año.
Aun cuando los políticos se encuentran anunciando sus planes, no suenan terriblemente ambiciosos. El paquete de estimulo del Sr. Obama de US$819 mil millones pondría a disposición apenas US$6 mil millones para expandir el acceso a la banda ancha –mucho menos de lo esperado con muchas condiciones impuestas. Entretanto en Inglaterra, un plan para subsidiar veloces redes de nueva fibra parece haber sido descartado en favor de una iniciativa para asegurar que la banda ancha se ponga a disposición de cualquiera que esté preparado para pagar por ella – en otras palabras, llenar las brechas en áreas rurales en vez de incrementar la velocidad de conexiones existentes.
La industria está furiosa. Pero el caso para la inversión gubernamental a gran escala en banda ancha no es tan sólido como afirman sus proponentes. Cuando se trata de promover la actividad económica, es fácil ver por qué tener banda ancha es mejor que no tenerla, aunque muchos de los beneficios posiblemente vendrán primeramente en conectar más gente en vez de hacer las conexiones existentes más rápidas.
En Japón y Corea del Sur, más del 40% de los hogares poseen enlaces de fibra capaces de ir a velocidades extremadamente rápidas, aunque eso no parece haber resultado en un crecimiento económico más rápido o en el surgimiento de nuevas aplicaciones no disponibles a consumidores que posean bandas anchas comunes. Así que enfocarse en la extensión del acceso a nuevas áreas es la aproximación correcta. Desafortunadamente, eso no implicará arduas excavaciones de carreteras. Invertir en, por ejemplo, reconstruir edificios para hacerlos más eficientes en ahorro de energía generaría muchos más empleos.
Otra desventaja con los grandes subsidios estatales para banda ancha es que ellos podrían distorsionar el mercado y crear problemas regulatorios. Las redes de fibra están siendo cimentadas por compañías privadas en muchos países; la idea de recibir dinero del gobierno podría retrasar sus planes, bajo la esperanza de que el estado pague por aquello que igualmente iban a hacer. Los operadores de poca fuerza, incapaces de financiar nuevas redes, les gustaría que los gobiernos vinieran en su ayuda. Para garantizar que los gobiernos no acaben creando nuevos monopolios, tiene sentido el insistir que cualquier compañía que construya una red utilizando los subsidios del estado debe además abrirla a sus rivales, aunque esto sea impopular con aquellos que insten por ayuda.
Estrenar nuevas redes de banda ancha súper rápidas para todos, como la maternidad y el pastel de manzana, es algo que los políticos afirmarán apoyar. Pero cuando se trata de generar puestos de trabajo y estimular el crecimiento económico, no se hace el mejor uso del dinero gubernamental.
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Este es el resumen del artículo "Estímulo a la banda ancha: no tan rápido" publicado en Enero 31, 2009 en la revista The Economist.
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