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Reviviendo la economía japonesa: no hay muchas opciones |
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| A mediados de febrero, la Oficina del Gabinete de Japón anunció que el PIB de la nación se contrajo a una tasa anual del 12,7% entre octubre y diciembre. La caída fue más grande de lo esperado y marcó el peor descenso trimestral desde 1974.
La contracción es una evidencia de que Japón ha caído dentro de un sumidero aún más profundo que el de EUA. Durante la década perdida de deflación en los años 90, Japón todavía podía contar con el apetito estadounidense por artículos japoneses para sustentar las fábricas en Osaka y Tokio. Ahora la severa caída en la demanda de automóviles y productos electrónicos japoneses se ha esparcido desde EUA y Europa hasta China y otros mercados de rápido crecimiento. Las exportaciones del Japón cayeron en 13,6% durante el último trimestre.
Para colmo de males el yen ha tenido una subida vertiginosa y los inversionistas, tanto domésticos como extranjeros, han buscado refugio en una divisa establecida y seguridad en un sistema bancario relativamente intocado por el azote de la crisis subprime. En 2008, el yen ganó 20% versus el dólar estadounidense e incluso más versus el euro y otras divisas. Los exportadores, incluso luego de recortes extensivos, necesitan una tasa de yen de aproximadamente 100 al dólar para ganar dinero. En la actualidad, el yen se cotiza a 94.
¿Puede Japón arreglar todo este desorden? Debería poder hacerlo –posee US$1 millón de millones en reservas de divisas, casi US$16 millones de millones en activos inmobiliarios y quizá la fuerza de trabajo más habilidosa en el planeta. Pero sus opciones son sorpresivamente limitadas. La primera de ellas es intentar el estímulo, algo que Tokio hizo repetidamente en los 90. No obstante, el imperante Partido Liberal Democrático, el cual una vez mantuvo un indiscutible poder, se enfrenta a una seria oposición política que ha bloqueado el paso a un proyecto de ley de estímulo por US$111 mil millones en parte por esperanzas en forzar una elección. Incluso si se aprobara el proyecto de ley, los críticos señalan que la cantidad es pequeña comparada con el plan de US$787 mil millones del presidente Barack Obama y el de China por US$560 mil millones.
La segunda opción es reducir las tasas de interés, aunque no hay mucho que reducir. El Banco de Japón colocó las tasas de interés casi en cero para sacar al país de su última recesión y luego las subió mientras despegaba la recuperación. Así como la economía ha desacelerado nuevamente, las tasas base de interés han caído desde un valor máximo reciente de 0,75% a 0,1% –no demasiado para que compañías y consumidores comiencen a gastar. La próxima opción es ingeniarse una caída en el yen. Una idea es que Japón use sus reservas para ayudar a financiar los planes de rescate y estímulo de Washington a cambio de un esfuerzo conjunto para hacer caer al yen.
La opción final es reestructurar la economía para que se dependa más en el consumo local y mucho menos en las exportaciones. Sin embargo los japoneses, con recuerdos todavía recientes de una década perdida y despidos en aumento una vez más, no muestran deseos de abrir sus billeteras.
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Este es el resumen del artículo "Reviviendo la economía japonesa: no hay muchas opciones" publicado en Marzo 2, 2009 en la revista Business Week.
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