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Cómo detener las guerras de drogas |
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| Hace cien años un grupo de diplomáticos se reunió en Shanghái con motivo de la primera conferencia internacional en la que se discutió la prohibición del comercio de narcóticos. De esa reunión, el 26 de febrero de 1909, surgió la Comisión Internacional del Opio. La próxima semana, se reunirán en Viena los representantes de diversos países para establecer la política internacional que regirá sobre los narcóticos durante la próxima década. Buena parte de estos representantes dirán que hace falta mucho más de lo mismo. Sin embargo, la lucha contra las drogas ha sido un desastre. Desde cualquier punto de vista, estos 100 años de lucha han sido sombríos y vacuos. Esta es la razón por la que The Economist sigue creyendo que lo mejor sería legalizar las drogas.
Hoy en día, las Naciones Unidas ya no hablan de un mundo libre de drogas. Ahora se jacta de que el mercado de las drogas se ha “estabilizado”, lo que significa que más de 200 millones de personas, casi 5% de la población adulta del mundo, sigue consumiendo drogas. Esto es casi la misma proporción que hace diez años. La producción de cocaína y opio sigue siendo igual que hace una década, si bien la de marihuana ha aumentado. El consumo de cocaína ha disminuido gradualmente en EUA, pero está aumentando en otras regiones incluida Europa.
Sólo EUA gasta unos US$ 40 mil millones anuales en tratar de eliminar el tráfico de drogas. Asimismo, arresta 1,5 millones de ciudadanos cada año por delitos relacionados con las drogas, y encarcela a medio millón de estos. Por otra parte, en el mundo en vías de desarrollo el baño de sangre está creciendo a una tasa increíble. Más de 800 policías y soldados han sido asesinados en México desde diciembre de 2006. Y es que la prohibición vicia toda la lucha contra las drogas.
De hecho, en vez de reducir el crimen, la prohibición ha fomentado el gansterismo a una escala nunca antes vista. Según un cálculo de las Naciones Unidas, quizá un poco maquillado, la industria de las drogas ilegales produce unos US$ 320 mil millones anuales. Dado este fracaso de la lucha contra las drogas, han empezado a oírse algunas voces, sobre todo en Europa y América Latina, que sugieren convertir el problema de las drogas en un problema de salud pública. La legalización acabaría con el gansterismo y los gobiernos podrían regular el comercio de narcóticos y cobrar impuestos que luego podrían ser utilizados en campañas informativas y en tratar a los adictos. La idea sería que el público estuviera enterado de los riesgos médicos ligados a las drogas, de modo que tendiera naturalmente a elegir la menos dañinas.
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Este es el resumen del artículo "Cómo detener las guerras de drogas" publicado en Marzo 7, 2009 en la revista The Economist.
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