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El otro Castro planta sus talones |
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| Le ha tomado algún tiempo al presidente de Cuba, Raúl Castro, acomodarse en el asiento que ocupó su hermano por casi 50 años. Pero el ha estampado su propio sello en el gobierno, haciendo los cambios más grandes desde que Fidel Castro fuera abatido por su enfermedad en 2006. Dos altas personalidades que sirvieron por muchos años al gobierno –Felipe Pérez Roque, Ministro del Exterior, y Carlos Lage, Secretario de Gabinete, perdieron sus empleos ministeriales. Otros funcionarios fueron reorganizados y los ministerios fusionados.
Descifrando las maquinaciones internas del régimen comunista de Cuba es algo comparable a la Kremlinología que tuvo lugar antes de la caída de la Unión Soviética. Adicionando al misterio fue la manera en que fue hecho el anuncio: un breve asunto después del clima y los deportes en las noticias del mediodía en la televisora estatal. El régimen da poca importancia a noticias políticas para mantener una imagen de continuidad tras el retiro de Fidel.
Los principales motivos de los cambios son demasiados difíciles de discernir. La muerte del Sr. Pérez Roque, de aspecto joven pero anterior asistente de línea dura de Fidel, parece ser la remoción de un obstáculo para el cambio económico. Por otro lado, el Sr. Lage fue visto por algunos como un potencial reformista y le fue dado crédito por ayudar a dirigir la economía a través del colapso de la Unión Soviética, su antiguo patrón.
Tanto el Sr. Pérez Roque como el Sr. Lage tenían una cosa en común. Ambos fueron apodados “Yummys”, jóvenes Marxistas móviles en ascenso (young upwardly mobile Marxists), en los años 90; y vistos como futuros candidatos para reemplazar a la dinastía Castro. En un sistema tan unido como el de Cuba, tan alto perfil puede ser un riesgo. Sólo hay que preguntarle al predecesor de Pérez Roque, Roberto Robaína, igualmente una persona ambiciosa hasta su despido en 1999. En su columna online, “Reflexiones del Camarada Fidel”, el antiguo líder acusó a los dos ministros despedidos por su hermano de ser seducidos por la “miel del poder”.
El espacio que tiene el presidente para maniobrar se encuentra restringido por la necesidad de mantener la unidad ante una posible reconciliación con EUA. La Casa de Representantes estadounidense aprobó en febrero un proyecto de ley para relajar ligeramente las estrictas sanciones en contra de Cuba. Raúl Castro dice estar preparado para sostener conversaciones si Barack Obama mantiene su promesa de campaña que favorece el compromiso con Cuba, por encima de la confrontación.
Lideres cubanos temen que cualquier división en sus rangos, provocadas por proposiciones de EUA, podría causar la clase de caos que hundiera a la Unión Soviética. El precario estado en que se encuentra la economía de Cuba aumenta los riesgos de tal caos. Una razón más para que el Sr. Castro quiera un equipo cohesivo fuerte.
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Este es el resumen del artículo "El otro Castro planta sus talones" publicado en Marzo 7, 2009 en la revista The Economist.
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